¿El cerebro de las personas innovadoras funciona de forma diferente, o la capacidad de innovar es algo que se puede aprender?

“La neurociencia es, con mucho, la rama más excitante de la ciencia, porque el cerebro es el objeto más fascinante del universo. Cada cerebro humano es diferente, el cerebro hace a cada ser humano único y define quién es”.
Stanley B. Prusiner (Premio Nobel de Medicina, 1997)

Durante mucho tiempo se ha comentado que los innovadores “eran de una pasta especial” pero ¿esto es así? En esta época donde predomina el emprendimiento, ¿sabemos qué características debe tener una mente innovadora?

Para responder a esta cuestión, debería comenzar diferenciando “creatividad” de “innovación”. La principal diferencia estriba en que la creatividad hace referencia a concebir una nueva idea, mientras que la innovación implica convertir esa idea en viable.

Así, un cerebro creativo sería aquel que es capaz de encontrar soluciones novedosas con una clara diferenciación con lo ya existente, mientras que el cerebro innovador sería capaz de detectar aquellas ideas válidas (suyas o ajenas) en virtud de su potencialidad y trabajarlas hasta hacerlas factibles.

Por tanto, podemos decir que la principal característica de un cerebro innovador es la capacidad de detectar oportunidades que otros no han visto.

El cerebro innovador

Un equipo de investigación compuesto por neurocientíficos y académicos de escuelas de negocios de Italia y Suiza utilizaron técnicas de resonancia magnética para capturar imágenes de los cerebros de emprendedores innovadores.

Se descubrió que la actividad cerebral de los emprendedores estaba dirigida a buscar enfoques alternativos para resolver un problema desconocido, algo que los académicos llaman «exploración». Los investigadores encontraron que cuando los emprendedores buscaban soluciones alternativas más novedosas, utilizaban más el lado derecho de la corteza prefrontal, que se asocia con la creatividad. Los no emprendedores tendían a usar solo el lado izquierdo, que está relacionado con el pensamiento lógico. Hay que decir que en realidad, no hay una especificación funcional de los lóbulos cerebrales.

Actualmente se realizan estudios basados en la conectómica, la producción y estudio de los conectomas, que son un mapa de conexiones entre las neuronas del cerebro.
Por otra parte, hay que considerar que la biología condiciona la innovación. Con anterioridad se habían extendido los estudios del médico y neurólogo Paul Maclean, según los cuales todos los seres humanos tenemos tres cerebros en uno. Estos tres cerebros eran, en orden evolutivo, el Reptiliano (supervivencia inmediata), el Límbico (emociones) y el neocórtex (razonamientos).

En la actualidad estas teorías han sido refutadas. En realidad no hay tres niveles, sino muchas estructuras interrelacionadas, por tanto, no hay cerebro reptiliano ni hay cerebro mamífero, y tampoco es correcto del todo hablar de sistema límbico. Eso sí, podemos afirmar que los seres humanos poseemos una corteza cerebral fabulosa.

arbol de la vida nature

Nuevo árbol de la vida donde se muestran 92 filos de bacterias, 26 de arqueas y todos los de eucariotas. Fuente: A new view of the tree of life, Nature 2016

La innovación y la resistencia al cambio

A la hora de determinar otras características de los cerebros innovadores, debemos segmentar diversos aspectos. En primer lugar debemos atender a la resistencia al cambio. Nuestros antepasados homínidos son un claro exponente de que esto ha funcionado en el pasado. Después de todo, nuestra especie perdura y estamos vivos.

Nuestro cerebro intenta, de manera desesperada, mantener el status quo, y genera sentimientos negativos cuando probamos cosas nuevas o intentamos cambiar. ¿Cómo consigue el cerebro superar esta resistencia? Mediante la dopamina.

Los innovadores ven recompensada la exploración y el descubrimiento con descargas de dopamina. Al igual que el adicto a deportes de riesgo, el emprendedor busca desafíos mentales.

Por el contrario, en las organizaciones tradicionales se produce un ataque a la innovación fruto del “sistema inmunitario” de la compañía: personas con una mentalidad continuista que intentan vetar cualquier cambio de ese estatus quo básicamente por miedo. Lo resumen con la frase “siempre se ha hecho así”.

Para vencer estas resistencias hay que recurrir a la información y el aprendizaje. Así lograremos que estas personas, en lugar de reaccionar ,se pongan a reflexionar, se den un tiempo para asimilar toda la información y, por tanto, que pueda llegar a su lóbulo prefrontal, donde será evaluada y modulada, dando lugar a una respuesta reflexiva y consciente en lugar del consabido “no, porque no”.

Creando nuevas conexiones

En segundo lugar, sabemos mediante diferentes estudios que la innovación es el resultado de la intersección de patrones neuronales que antes no estaban relacionados. Somos criaturas que crean patrones mentales fruto de nuestras experiencias. Desde el momento en que nacemos, nuestro cerebro está codificando de manera exhaustiva cualquier relación o repetición que considere útil entre todos los acontecimientos que nos van sucediendo.

Dado que el cerebro, en general, posee muy poca capacidad para la atención consciente, utiliza estos patrones para automatizar tanto como puede nuestro patrón de reacciones al entorno. De ahí que cuanto más experimentemos (por ejemplo usando modelos de innovación como LEAN), mayor capacidad de innovación tendremos, ya que acostumbraremos a nuestro cerebro a seguir patrones basados en metodologías empíricas-analíticas.

En otro experimento, se midió la actividad cerebral de un grupo representativo de personas durante una toma de decisión simple. Se formaron dos grupos con treinta individuos en cada uno de ellos: un grupo estaba formado por emprendedores y otro por no emprendedores. Se aplicó el “efecto Stroop” para comprobar la interferencia en el tiempo de reacción.

Este experimento consiste en mostrar a cada participante una serie de imágenes con colores y palabras de colores discordantes, el nombre de un color (por ejemplo “azul”, “verde” o “rojo”) es escrito en un color que no se corresponde con el nombre, y se pidió a las personas que indicaran si detectaban algún problema.
Al medir la actividad cerebral se demostró que los sujetos del grupo de emprendedores fueron más rápidos a la hora de contestar y se mostraban más dispuestos a comentar el problema. Otro resultado fue que los emprendedores pensaban de manera más intensa, prestando más atención y recursos mentales a la resolución del problema. Habían creado un hábito fruto de la experiencia, desarrollando patrones de respuesta innovadora.

 

La resolución de problemas como necesidad

¿Por qué los cerebros de los emprendedores abordan los problemas de manera diferente? Según mi propia experiencia en desarrollo de equipos agiles y de emprendimiento, se puede deber a que las situaciones a las que se ve sometido un emprendedor en su actividad cotidiana son normalmente tan diversas que condicionan sus cerebros para abordar la resolución de problemas de manera diferente, empleando pensamiento divergente y a veces con tendencia a la disrupción.

Considero que los emprendedores pueden abordar el problema de manera diferente porque están “obligados” a ser creativos si quieren sobrevivir en sus respectivos mercados, creando una vez más esos patrones.

Nuestro cerebro racional posee una función esencial como es la del “pensamiento abstracto” la cual ayuda a resolver problemas. Muchas investigaciones muestran la plasticidad del cerebro humano por la que el cerebro cambia en respuesta a habilidades y experiencias.

¿Podemos desarrollar esta faceta innovadora? Estoy seguro de que es posible modificar el cerebro para desarrollar las habilidades de creatividad e innovación. Este es el propósito de herramientas como KREATUM o Purpose Launchpad, que pueden pueden tener un papel importante para entrenar nuestro cerebro.

Nuestro cerebro no es capaz de operar en divergencia y en convergencia de manera simultánea, ya que estas capacidades pertenecen a circuitos diferentes. El pensamiento divergente puede perderse en ideas abstractas sin llegar a decantarse por una solución, se trata de una capacidad evolutiva del neocortex, un cerebro moderno, que debe ser respaldado por el pensamiento convergente, que trabaja en términos de viabilidad e impacto para establecer la aprobación de alguna de las ideas generadas en fase divergente.

La conclusión es que existe una tipología de cerebro más orientado a la innovación y el emprendimiento, pero también son habilidades que se pueden adquirir mediante el esfuerzo consciente orientado y el uso de herramientas específicas de innovación. También es fundamental lanzarse a la práctica sin temor al error: una de las características típicas del innovador es que “el error es tu aliado”. No los temas, aprende de ellos.

Joaquín González del Pino es Advisory Board Member de ESTUIDEA y CEO de GFS‘ Consulting Group