Resuelto el misterio del envejecimiento de las pinturas de Pablo Picasso. La razón está sobre todo en los colores utilizados por el artista español, pinturas semisintéticas aún experimentales, capaces de acelerar las «grietas»

En el verano de 1917, en Barcelona, Picasso trabajó en cuatro cuadros inspirados en los Ballets Rusos, utilizando para todos ellos un conjunto de materiales similar, que incluía siete pigmentos, óleos secantes, cola animal y lienzos.

Los cuatro cuadros permanecieron en la casa familiar de Picasso hasta 1970, cuando fueron donados al Museu Picasso de Barcelona.

Un siglo después de su creación, el cuadro «Hombre sentado» presentaba unas condiciones de conservación precarias y peores que las de los otros tres cuadros de la serie. Los expertos observaron numerosas grietas superficiales y el museo decidió restaurar el cuadro, pero quería ir más allá: quería entender por qué cuadros tan similares, que habían estado almacenados en condiciones parecidas durante un siglo, presentaban condiciones tan diferentes.

El «caso» se confió a un equipo internacional y multidisciplinar de científicos especializados en conservación, entre los que se encontraba Francesca Izzo, investigadora de Ciencias y Tecnologías para la Conservación del Patrimonio Cultural de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia.

Pablo Picasso. Mujer en una silla.  1917O. Museu Picasso, Barcelona.  Foto: Gasull Fotografia

El proyecto ProMeSA (Estudio de las propiedades mecánicas y dimensionales de las películas de pintura comerciales), coordinado por Laura Fuster-López, profesora de Conservación de la Universitat Politècnica de València, ha finalizado recientemente y los resultados se han publicado en la revista científica SN Applied Sciences.

El proyecto se ha centrado en el estudio combinado de la composición química y de los procesos de degradación físico-mecánica que caracterizan a las obras de arte modernas y contemporáneas», afirma Laura Fuster-López. Porque no todos los problemas tienen una causa común, y dado que las obras de arte se degradan de forma silenciosa y constante, incluso en condiciones ambientales controladas, los investigadores necesitan entender qué propiedades inherentes a los materiales utilizados por los artistas pueden estar en el origen de su inestabilidad a lo largo del tiempo, con el fin de adoptar medidas preventivas para la conservación de nuestras colecciones».

Hombre sentado. 1917. Museu Picasso, Barcelona. Foto: Gasull Fotografia

Los cuatro cuadros de Picasso de 1917 (los que ves en este reportaje) se convirtieron en el campo de pruebas para que los investigadores exploraran la correlación entre el material utilizado por el artista y sus condiciones.

La adopción de un enfoque multianalítico y el uso de tecnología avanzada permitieron a los científicos estudiar cada capa del cuadro y obtener información invisible a simple vista. El resultado de esta investigación es el primer estudio que analiza los problemas de degradación mecánica de las pinturas de Picasso con un enfoque científico, analítico y de diagnóstico.

Francesca Izzo, experta en pintura artística de los siglos XX y XXI, se centró en la exploración de las capas de pintura y la capa de fondo.

«Los análisis que hemos realizado demuestran que Picasso utilizaba pinturas al óleo, que contenían tanto el tradicional aceite de linaza como aceites menos secantes, como los de cártamo y girasol», afirma Izzo. Además, en un caso creemos que el artista experimentó con el uso de una pintura semisintética que aún no era común en 1917. Picasso pintó sobre lienzo de algodón y aplicó dos capas de fondo: la primera se obtuvo con cola animal y la segunda con aceite secante. En ambos casos, se mezclaban diversos pigmentos (como el plomo blanco, la barita o el zinc).

Blanquita Suárez. Barcelona, 1917. Museu Picasso, Barcelona. Fotografía: Gasull Fotografia

Además, es interesante observar la presencia de los llamados «jabones metálicos», compuestos que se originan cuando el aglutinante interactúa con algunos iones liberados por los pigmentos. Los jabones metálicos pueden causar daños claramente visibles, tanto a nivel estético como de estabilidad química y mecánica».

Los resultados obtenidos se han combinado con el examen visual de las grietas y los problemas mecánicos, con el fin de elaborar hipótesis sobre las diferencias de degradación entre las cuatro pinturas. Se trata de una de las primeras situaciones en las que los investigadores han adoptado un enfoque de documentación no invasiva y de observación de los daños mecánicos para conocer la posible contribución de cada capa a la degradación observada.

La interacción de los pigmentos y los aglutinantes puede haber hecho que las películas de pintura estén más o menos sujetas a la degradación. Lo mismo se ha observado en las capas que se encuentran debajo de la película de pintura: las diferencias en el grosor de la pintura, las distintas interacciones entre los pigmentos y los aglutinantes y otras diferencias menores pueden haber provocado reacciones diferentes ante condiciones ambientales similares.

Hombre con frutero. Barcelona, junio-noviembre de 1917. Óleo sobre tela. 100 x 70 cm. Museu Picasso, Barcelona. Donación Pablo Picasso, 1970. MPB 110.006. Museu Picasso, Barcelona. Fotografía, Gasull Fotografia.

El estudio de este caso ha dado lugar a nuevas preguntas e ideas para seguir investigando. Los científicos están tratando de comprender el impacto de la posible «migración» de material entre las capas de pintura y la capa de tierra.

Gracias a estos nuevos resultados, Reyes Jiménez de Garnica, Jefa del Departamento de Conservación Preventiva y Restauración del Museu Picasso de Barcelona, podrá perfeccionar las estrategias de conservación preventiva y de evaluación de las condiciones de conservación (en particular de la humedad) y exposición de la obra.

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