Un equipo de investigadores de Cambridge encuentra que determinadas ideologías conservadoras afectan a la capacidad de procesamiento del cerebro

Las creencias o ideologías a las que se inclina una persona están relacionadas, entre otras cosas, con sus capacidades cognitivas, o dicho de otro modo, lo que crees determina lo inteligente que eres. Así lo ha comunicado un equipo dirigido por el psicólogo Leor Zmigrod, de la Universidad de Cambridge, en un artículo publicado en la revista Philosophical Transactions de la Royal Society británica. Para ello, los cinco investigadores se basaron en un estudio anterior en el que más de 500 adultos realizaron 37 pruebas cognitivas y 22 de personalidad.

En este estudio, unos dos años después, volvieron a participar más de 300 de los sujetos originales. Esta vez proporcionaron información sobre actitudes políticas como el nacionalismo y el papel de la religión en sus vidas. Sus respuestas podían reducirse estadísticamente a tres dimensiones: una actitud conservadora, la religiosidad y el dogmatismo, es decir, la rigidez e intolerancia con la que mantenían sus creencias.

Las posturas conservadoras, incluyendo el nacionalismo, reducen la capacidad de pensar estratégicamente

Hasta ahora, los estudios habían buscado principalmente correlaciones entre las ideologías políticas individuales y la personalidad, pero no entre una variedad de ideologías y una batería de pruebas cognitivas objetivas. El objetivo del grupo era identificar las «firmas» psicológicas de las diferentes visiones del mundo.

El resultado es revelador: mantener una postura conservadora, lo que incluía el nacionalismo, se asoció con una reducción del pensamiento estratégico, así como con una mayor cautela y una reticencia a asumir riesgos sociales, como hablar públicamente sobre temas controvertidos o discrepar de la autoridad.

Lo mismo ocurría con la religiosidad, pero en este caso se añadía una mayor percepción del riesgo y una mayor intolerancia. El dogmatismo se asoció a un procesamiento más lento de la información, a la impulsividad y a la disposición a asumir riesgos éticos, es decir, a cometer actos que no son correctos según las propias creencias.

Las tendencias extremas, como la violencia contra determinados grupos, se encontraron con más frecuencia en individuos con una memoria de trabajo más pobre, una capacidad de percepción más lenta, mayor impulsividad y búsqueda de sensaciones, y la necesidad de experiencias nuevas y emocionantes.

Las características psicológicas predicen con más exactitud las preferencias ideológicas que las características demográficas, como la edad, el sexo, el nivel de estudios y los ingresos. Por ejemplo, cerca del 25% de las actitudes conservadoras podrían predecirse a partir del perfil psicológico anterior, pero con las características demográficas solo se acertaba en el 7% de los casos.

Los autores hablan de «notables similitudes y diferencias entre los marcadores psicológicos de las actitudes ideológicas». Entonces, ¿las ideologías tienen su origen (entre otras cosas) en disposiciones cognitivas? Los autores creen que podría ser así, aunque para sacar conclusiones fiables sobre la causa y el efecto se necesitan más investigaciones y muestras representativas.

REFERENCIA

The cognitive and perceptual correlates of ideological attitudes: a data-driven approach