Levanta una mano manteniendo la otra abajo durante un par de minutos y observa la evidente diferencia de color entre ambas.
La mano que ha permanecido abajo está más oscura que la otra. La razón es la gravedad.
La sangre sale del corazón a una velocidad de 33 m/s, circula por las arterias y llega a los puntos más alejados del cuerpo sin problemas.
Pero el retorno a través de las venas es otro cantar. El impulso del corazón resulta casi inapreciable, por lo que la sangre venosa circula por el cuerpo principalmente por los movimientos musculares y gracias
a la acción de la gravedad.
O contra ella cuando realiza un trayecto ascendente, como en el caso de la mano que ha permanecido abajo, donde, por tanto, se acumula mayor cantidad de sangre…
Redacción QUO