Hoy el Barcelona Supercomputing Center (Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) anunció la llegada del superordenador MareNostrum 5 para finales de 2020. En poco más de un año, el MareNostrum 5 será uno de los superordenadores más potentes del mundo con una una potencia de 200 petaflops. ¿Qué significa esto? Podríamos decir que multiplica por 17 la capacidad de procesamiento del MareNostrum (su predecesor) o que es 10.000 veces más potente que el primero de la saga MareNostrum, que nació en 2004. Pero hay más.
El primer superordenador, el CDC 6600, se desarrolló en 1964, se utilizó para analizar varios experimentos realizados en el CERN y fue el más rápido del mundo entre 1964 y1969. Costó unos 5 millones de dólares en su día y tenía una potencia de 3 megaflops, lo cual era 10 veces más que cualquier ordenador de entonces, pero 100.000 millones de veces menos potente que MareNostrum 5.
¿Para qué sirve tanta potencia? En abril de 2021 comenzará a funcionar el superordenador japonés Fujitsu Flagship 2020. Tendrá una capacidad de 1.000 petaflops (1 exaflop, la misma que se le atribuye a un cerebro humano). Los superordenadores que trabajan con esta potencia son capaces de simular de manera más realista cualquier tipo de proceso. El Flagship 2020 será destinado a simulaciones de terremotos, diseño de fármacos, análisis climatológicos y de nuevos materiales. En la Universidad de Shinshu (Japón), están trabajando con el predecesor del Flagship 2020 para intentar resolver uno de los mayores problemas de la humanidad: el acceso al agua potable.
Otros superordenadores, como el Cray XC40, realizan simulaciones meteorológicas para alertar de inundaciones y mejorar las cosechas. El Hospital Infantil de Phoenix (EEUU) trabaja con un superordenador para llevar a cabo análisis genéticos personalizados en poco tiempo, diagnósticos de enfermedades, evaluación de fármacos a nivel individual y de perspectivas de enfermedades futuras en padres, madres e hijos.
Pero no todo son rosas. El Banco Mundial advierte de ciertos peligros vinculados al incremento de la potencia de los ordenadores. “La supercomputación puede causar pérdidas significativas de empleos, debido a la automatización en masa. También corremos el riesgo de exacerbar las desigualdades raciales, de género y socioeconómicas actuales que se reflejan en las tecnologías que creamos”. Otros peligros que destaca están vinculados a uso abusivo del Big Data, problemas con la privacidad y la influencia en la economía a través de la minería de criptomonedas.
Juan Scaliter