Los científicos llevan décadas intentando comprender cómo actúan las proteínas responsables de las enfermedades amiloides, como el Alzheimer, la enfermedad de Huntingdon o el Parkinson, han dado un enorme paso en los últimos 12 meses, gracias a una poderosa técnica de microscopía.

Los microscopios de alta potencia que utilizan electrones en lugar de luz para “ver” los objetos o las células o las proteínas, obtienen niveles de detalle cercanos a lo atómico. Ahora, según explica un equipo de científicos de la Universidad de Leeds en un artículo publicado en Nature, se ha logrado revelar la estructura de los amiloides, una acumulación anormal de proteínas en el cuerpo que provoca enfermedades.

Las imágenes y estructuras 3D de las proteínas obtenidas gracias a los microscopios (de tres metros de largo) de electrones utilizados en esta investigación revelan detalles hasta ahora desconocidos. La proteína β2-microglobulina, normalmente está involucrada en un sistema inmunológico saludable, pero puede unirse a las fibras amiloides que causan dolor en personas que se someten a diálisis a largo plazo por insuficiencia renal. Cuando se alojan en las articulaciones pueden causar osteoartritis.

Los hallazgos serán utilizados por los fabricantes de medicamentos y grupos de investigación a nivel internacional para hallar curas para enfermedades amiloides de todo tipo.

“En las últimas seis décadas – explica Sheena Radford, líder del estudio, en un comunicado –, desde que se obtuvieron las primeras imágenes de amiloides gracias a la microscopía electrónica hemos progresado mucho. Pasamos de imágenes borrosas de baja resolución hasta las que hemos obtenido: de alta resolución y en 3D. Ahora que sabemos exactamente dónde están los pliegues de la proteína, es posible que podamos desarrollar compuestos que se adhieran bien a ella o la desactiven y descubramos cómo contribuyen a diferentes enfermedades. Es como pasar de dos globos pegados entre sí, a dos engranajes con sus muescas individuales, perfectamente coordinados”.

El siguiente paso, señalan los autores, es comenzar a identificar y desarrollar inhibidores: compuestos que puedan controlar los amiloides.

Juan Scaliter