Los bosques de algas gigantes, esas etéreas y ondulantes columnas de algas marinas que se encuentran en las zonas costeras más frías del Pacífico y el Hemisferio Sur, proporcionan un hábitat para una variedad de especies que pasan sus vidas en los aleros de las algas o en las rocas fondos.

Un reciente estudio, publicado en Ecology, ha analizado en profundidad este ecosistema y sus conclusiones son sorprendentes.

“La compleja estructura física de algas gigantes y su alta productividad las convierten en únicas – explica Robert Miller, líder del estudio, en un comunicado –. Ninguna otra especie en el bosque de algas puede reemplazar la gran capacidad de las algas gigantes para modificar físicamente el medio ambiente y producir hábitat y alimentos para una gran cantidad de otras especies. Por ello se las conoce como especies fundamentales, un organismo que desempeña un papel importante en la estructuración de una comunidad”.

Mientras que las algas gigantes generalmente son capaces de resistir fuertes corrientes, recuperarse después de grandes tormentas y hacerlo a un ritmo acelerado (alrededor del 3 por ciento de su peso por día), la avalancha de disturbios anticipados como resultado del cambio climático, puede ser mayor de lo que pueda soportar, según los autores. El resultado podría ser un trastorno de la ecología de todo este ecosistema submarino.

«Una de las expectativas del cambio climático es que muchos tipos de disturbios, por ejemplo, incendios, huracanes e inundaciones, ocurrirán con mayor frecuencia o serán más severos en su intensidad – añade Miller –. Los especialistas en ecología han reconocido durante mucho tiempo el papel decisivo de estos efectos en la estructura de comunidades naturales, sin embargo, aún tienen que resolver cómo estas al aumento en la frecuencia de las perturbaciones frente a los aumentos en la gravedad de las perturbaciones”.

En este estudio a largo plazo, los científicos contaron y midieron más de 200 especies de plantas, invertebrados y peces en grandes bosques submarinos cada tres meses durante un período de nueve años. Los resultados mostraron que las perturbaciones anuales en las que los bosques de algas marinas se redujeron debido a eventos cíclicos, como las tormentas de invierno, dieron lugar a una duplicación de plantas más pequeñas e invertebrados adheridos al fondo marino (algas, corales, anémonas, esponjas), pero también resultó en un 30 a 61% menos de peces y especies como almejas, erizos de mar, estrellas de mar, langostas y cangrejos.

«Nuestros hallazgos nos sorprendieron porque esperábamos que una sola tormenta severa de invierno provocaría grandes cambios en la biodiversidad del bosque de algas marinas – concluye Max Castorani, coautor del estudio –. En cambio, la cantidad de perturbaciones a lo largo del tiempo tuvo el mayor impacto porque los disturbios frecuentes suprimen la recuperación de algas gigantes, con grandes consecuencias para la vida marina circundante”.

Un bosque de algas poco saludable ofrece menos sombra y refugio para ciertos organismos, y el ecosistema resultante será menos complejo y productivo en general.

Juan Scaliter