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Qué necesitas:
Un huevo
Un litro de vinagre
Con este desafío lograrás un huevo juguetón. El experimento comienza introduciéndolo en vinagre durante 24 h (1 y 2). Después, sácalo del líquido y lávalo. Observarás que su cáscara ya no es dura, sino que es parecida a un huevo duro. Déjalo caer sobre la mesa y observarás que no solo no se rompe, sino que rebota (3).
La cáscara del huevo está formada por carbonato cálcico, un compuesto que es atacado por el ácido acético del vinagre. Como resultado del proceso, se degrada y genera CO2 y sales. Tras 24 h, la cáscara, en definitiva, ya no existe. Sí queda la membrana que rodea la clara –membrana testácea– que, al ser semipermeable, deja pasar el agua y el ácido acético, de modo que el vinagre sigue actuando sobre el huevo y desnaturalizando sus proteínas de modo parecido a como lo hace cuando lo cocemos. Por eso es similar a un huevo duro.

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Redacción QUO