Qué necesitas:
Un pañuelo de tela o papel de cocina
Una copa
Coloca sobre la copa vacía un pañuelo e introdúcelo de forma que forre las paredes interiores del recipiente. Añade 2/3 de agua (2). A continuación, ve estirando de los bordes del pañuelo y vuelve a crear una superficie tirante –y ya húmeda– sobre la boca (3). Enrolla el tejido sobrante en el tallo de la copa y, colocando tu mano encima, dale la vuelta rápidamente. Es fácil creer que el agua saldrá a través del tejido al darle la vuelta a la copa. Sin embargo, los orificios de la tela se taponaron cuando la tela mojada volvió a ser estirada (4). Está acción permitió que otras moléculas de agua se adhirieran a las que ya estaban en el tejido y crearan una membrana que se conoce como tensión superficial. Cuando llenas de agua una copa hasta el borde, la presión que hay en el espacio que está sin líquido y el resto de la habitación es la misma. Sin embargo, al taparlo y darle la vuelta, el aire que había en la superficie cambia de lugar y no puede igualar su presión con la del exterior, según explicó Pascal. Por eso no se cae.
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Redacción QUO
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