Con este nombre bovino se conoce al robot que están desarrollando en el Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Su misión es servir como banco de pruebas para tecnologías que se incorporarán a otras máquinas capaces de reaccionar y desenvolverse en entornos completamente nuevos, como zonas catastróficas y planetas por explorar. Para ello, sus ingenieros acaban de completarle la anatomía con unos flamantes y ligeros brazos, similares a los apéndices utilizados en las cadenas de montaje de automóviles. Ahora deberá aprender a utilizarlos en tareas como abrir puertas, calculando variables como cuánta fuerza debe aplicar y cuándo debe dejar de ejercerla a partir de la información que le proporcionan sus sensores.
Cuando la supere, aprenderá a utilizar las robustas piernas con las que ya camina para subir y bajar escaleras, dando así un paso más hacia su completa independencia.
Pilar Gil Villar
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