El juez ha ordenado a la policía que investigue quién y cómo se grabó un fragmento de la declaración de la infanta Cristina de Borbón, imputada por fraude fiscal y blanqueo de capitales.
Aunque el dispositivo de seguridad, compuesto por unos 200 policías, registró bolsos, carpetas, objetos tan pequeños como un llavero y hasta desmontó el bolígrafo del fiscal, no dio con nada. Ni dispositivos de audio ni de vídeo. Y eso que se emplearon también detectores de metales y arcos de rayos X.
Al habla con QUO, Joaquín Oliva, asesor de seguridad de la web de tecnología de vigilancia Espiamos.com, opina que fue un reloj de pulsera: «Al pasar por el escáner se podrían confundir los componentes de la cámara espía con los del propio reloj. Habría que estar entrenado para detectarlos”.
Oliva explica también que «una batería o un circuito en un bolígrafo o gafas serían más detectables, ya que no deben tener ningún mecanismo en su interior”, pero que esos componentes no son extraños en un reloj. El entrenamiento del que habla consistiría en saber muy bien cómo debe verse un reloj normal y cómo uno con grabación.
Los inhibidores de frecuencia que usó la Policía también resultaron inútiles porque «sólo cortan las señales que están emitiendo en directo, pero no la grabación. Se pueden sacar fotografías o registrar vídeos sin que el inhibidor interrumpa el proceso, siempre y cuando no se esté emitiendo en ese momento», aclaran.
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Redacción QUO
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