Actualmente, no hay una única manera de someter a los conductores a una control de alcoholemia instantáneo, en cualquier momento. Pero la estrategia más popular para lograrlo parece prometedora. Se trata del sistema DADSS (Sistema de Seguridad para la Detección de Alcohol en el Conductor, por sus siglas en ingles), un concepto en el que está trabajando una coalición de 18 grandes empresas fabricantes de coches.
El vehículo mide la cantidad de alcohol que calienta las venas del piloto con un sistema similar al empleado por la policía. La idea es que el volante incorpore un alcoholímetro que tome medidas del aliento del conductor, con cuidado de no confundir su respiración con la de cualquier otro pasajero. La cantidad de dióxido de carbono que contiene es lo que, al compararlo con un aliento sobrio, da una idea de la concentración de alcohol en el organismo del conductor.
Otra manera con la que DADSS pretende acabar con el hábito de beber y conducir es medir el alcohol en sangre a través del tacto. Un haz de luz infrarroja traspasa la piel desde el botón de contacto, el volante o el cuadro de mandos. Esa luz puede analizar la concentración de etanol presente en los capilares bajo la piel de los dedos. Y, partiendo de ese dato, puede calcularse la tasa de alcoholemia que daría el conductor si la policía le hiciese soplar.
Andrés Masa Negreira