Poco más de un años atrás, científicos de la Universidad Tufts habían demostrado que los melanocitos (las células encargadas de producir melanina) de las ranas en desarrollo, podían convertirse en cancerosas y metastásicas,si se interrumpían ciertas señales. Para explicar este complejo mecanismo, los autores recurrieron a la Inteligencia Artificial (IA) que explicó el modelo. Sin embargo, durante estos extensos experimentos, los biólogos observaron algo extraño: los melanocitos de una única larva de rana no admitían los “grises”: o se convertían en cancerosos o permanecían normales. Era todos o ninguno. Este tipo de conversión nunca se había visto y, aunque obtuvieron la explicación, se preguntaron si sería posible que solo algunas de las células se volvieran cancerosas.
Para ello recurrieron, nuevamente, a la IA. El objetivo era comprender y eventualmente controlarse una coordinación tan completa de células.
«Queríamos ver si podíamos romper la coordinación entre las células – explicó en un comunicado el autor principal del estudio, Michael Levin –, lo que nos ayudaría a entender cómo las células toman decisiones en grupo y determinan resultados complejos en todo el cuerpo.
El modelo de IA predijo que mediante una combinación precisa de tres reactivos (altanserin, reserpina, y una versión activa de la proteína CREB), se lograría ese resultado. Cuando los expertos utilizaron este “cóctel” en renacuajos el resultado fue el predicho por la IA.
«Nuestro sistema predijo un tratamiento de tres componentes – concluye Levin –, que nunca habríamos conseguido por nuestra cuenta, que logró el resultado exacto que queríamos y que no habíamos visto antes en años de diversos experimentos. Es un gran paso para la medicina regenerativa, en la que es muy difícil saber cómo manipular redes celulares complejas”.
El resultado ha sido publicado en Nature.
Juan Scaliter