El pasado 7 de agosto, un tweet del cofundador de la empresa de automóviles eléctricos Tesla, Elon Musk, sobre la posibilidad de que la compañía dejase de cotizar en Bolsa y pasase a financiación privada revolucionó ya no solo las redes, sino también a los propios inversores.
En el mensaje, transmitía la idea de que cuando la compañía alcanzase los 420 dólares por acción podría llegar a hacerlo y que existía una financiación asegurada por parte de un fondo soberano de Arabia Saudita y otros inversores. El anunció puso de los nervios a los vendedores en corto que aseguraron que demandarían al multimillonario por estas declaraciones, por el miedo y la inestabilidad que metió a los inversores. De hecho, las acciones cayeron un 9 % durante toda la jornada y no fue hasta cuando concedió una entrevista al The New York Times cuando lograron subirlas un 11%. Fue en ella donde pudimos ver al Musk más sincero: no puede más y apunta a estos vendedores en corto como causantes de su mayor estrés.
Su familia y amigos ven que Musk, de 47 años, ya no es el que era. Están preocupados por su salud física y psicológica y él mismo reconoce que está apretando la máquina más de lo necesario, llegando a trabajar unas 120 horas semanales, sin llegar a tomarse una semana libre desde 2011. Esto, asegura, explicaría el comportamiento errático y disfuncional que tiene a veces y que su consumo de somníferos, como Ambien, le hagan soltar la lengua “tuitera” más de lo normal sin darse cuenta de las consecuencias que esto supone.
Por ello, parece que si no puede con todo, quizá sea hora de traspasar parte de esa carga a otra persona que le ayude en sus cometidos y no tenga que responsabilizarse de todo él. De hecho, son muchos medios quienes apuntaron que la directora operativa de Facebook Sheryl Sandberg podría ser una buena opción, pero por el momento Musk no contempla esta opción. A pesar de sus hábitos nocturnos en las redes y de reconocer que está al borde del abismo en lo personal como en lo psicológico no quiere dejar las riendas de Tesla. Eso sí, advirtió que si hay alguien que cree que puede hacerlo mejor, que le cede el puesto sin problemas. Esto no hace sino aumentar su poder de “todopoderoso” con el que le veneran tanto dentro como fuera de la compañía.
Veremos cuánto le dura y si finalmente tiene que ceder parte de su carga a alguien.
Alberto Pascual García