Las personas tocan sus móviles cientos de veces al día. Lo manosean para chatear, lo acarician al fotografiar instantes íntimos, lo estrujan mientras repasan correos de trabajo, lo tantean para consultar el itinerario más corto. Y, en cada ocasión, añaden detalles de sus hábitos personales a un retrato invisible que queda plasmado en la superficie del teléfono, a un bosquejo que ha permanecido oculto hasta ahora. Es el sugerente hallazgo de un grupo de científicos de la Universidad de California en San Diego (UCSD), en Estados Unidos, que ha averiguado que hay moléculas procedentes de la dieta, la ropa, los medicamentos, los cosméticos y los productos de cuidado personal que impregnan el lienzo.

Los investigadores, que dieron a conocer su metodología en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences el pasado noviembre, solo tenían 588 muestras de 39 teléfonos. Y aun así necesitaron la potencia de una supercomputadora para poder analizarlas con detalle. La razón es que la tecnología actual permite distinguir fácilmente la firma molecular de un pequeño número de sustancias concretas, como la pólvora y las drogas, pero dejar que los programas informáticos desvelen por sí mismos a qué moléculas corresponden 26.847 referencias es un trabajo de análisis hercúleo.

Un análisis muy detallado

El trabajo valió la pena. Cuando los resultados estuvieron listos, los investigadores corrieron a preguntar a los participantes del estudio. Y comprobaron que las deducciones que habían hecho a partir de las moléculas halladas en los móviles habían sido sorprendentemente acertadas. En efecto, el voluntario número uno era una mujer que pasa mucho tiempo a la intemperie. La presencia de dietiltoluamida (DEET), el ingrediente más habitual de los repelentes para mosquitos, llevó a los científicos a pensar que había ido de acampada no hacía mucho tiempo. La mujer confirmó que estaban en lo cierto. Los investigadores también se percataron de que la sustancia permanece en el terminal hasta cuatro meses.

Los detectives de laboratorio también acertaron con el voluntario número dos: era una mujer, amante de la cafeína, a quien se le estaba cayendo su teñido pelo, como indicaba la presencia del tratamiento minoxidil.
Y el número 21 estaba pasando un mal momento, según dedujeron de la detección de trazas de citalopram, un tratamiento para la depresión. Curiosamente, los restos del medicamento adheridos al celular llegaron a las manos desde dentro del cuerpo.Cuando el organismo descompone un fármaco produce una serie de sustancias llamadas metabolitos que pueden regresar al exterior mediante el sudor. Fue una de esos subproductos lo que los exploradores hallaron en el paisaje químico del móvil. El estudio también halló el rastro de un retardante común en los productos plásticos y en algunos tipos de tejidos, así como interesantes pistas de productos cosméticos como los tintes para cabello.

Averiguaron que una mujer había estado de acampada por los restos que dejó en su terminal

En el futuro, los avances en la metodología ofrecerán una gran cantidad de detalles de la vida de las personas solo con analizar una muestra recogida con un humilde bastoncillo: podrá saberse el historial del color del pelo, si una persona sale a correr, si es bebedor de cerveza, diabético o un apasionado de la caza. “Algún día, estas estrategias podrán servir para hacer perfiles basados en datos hasta en los aeropuertos o en los estadios de fútbol”, profundiza el responsable del grupo de investigación que ha hecho el estudio, Pieter Dorrestein. Pero habrá que esperar con paciencia a que llegue ese momento.

Nuevos tiempos, nuevos rastros

Los científicos ya saben que la parte trasera de los teléfonos móviles transporta una selección de las sustancias químicas de las manos, mientras la delantera atesora una buena muestra de la cara. Pero faltan bases de datos con suficientes referencias de las comidas, los materiales de construcción, las plantas más habituales… La ciencia también ha investigado cómo identificar a una persona por  el microbioma de su teléfono, que es la composición genética de los microorganismos que viven en nuestro organismo y que parece ser muy personal: difiere incluso entre los hermanos gemelos.

Según un estudio publicado en la revista PNAS en 2015, el 82 por ciento de las bacterias de un teléfono móvil se corresponden con las del dedo índice de su dueño. “De hecho, este estudio surgió de nuestro interés en comprender la química asociada al microbioma de la piel”, explica Dorrestein. Sus investigaciones demuestran que algunas sustancias permanecen en los teléfonos durante meses. Pero incluso con la tecnología empleada en su estudio solo ha podido detectar alrededor del 60 por ciento de las moléculas que se piensa que se ocultan en el móvil.

Hasta la personalidad puede evaluarse en función del tipo de móvil que uno elige. Una encuesta llevada a cabo por psicólogos de Reino Unido ha dejado unos resultados llamativos que apuntan en ese sentido.
Según ellos, pueden establecerse perfiles de personalidad en función del tipo de teléfono que adquiere cada cual. Parece que, al menos en su país, los usuarios de terminales con el sistema operativo de los iPhone son más jóvenes, extravertidos y ven el teléfono como un símbolo de estatus. Aquellos consumidores que eligen Android, por el contrario, son más mayores, honestos y menos interesados en la riqueza y el estatus.

La investigación forense es uno de los campos en los que podría aplicarse todo el conocimiento sobre nuestro estilo de vida que se obtiene de un análisis detallado de nuestro celular. Pero la disciplina ha demostrado que, de momento, las respuestas más reveladoras sobre quiénes somos están almacenadas en chips.

Tu móvil sabe mucho de ti

Las pistas digitales registradas en el móvil pueden extraerse incluso cuando han sido borradas. “Pero la información que se puede obtener depende mucho del teléfono”, explica el responsable del departamento de telefonía de Ondata, Javier López. Su empresa, especializada en la recuperación de información, está tan segura de la eficiencia de las herramientas que emplea para extraerla que solo cobra si consigue los datos que el cliente ha solicitado.

Los terminales guardan una huella digital de las confesiones amorosas de sus propietarios, de sus contactos de estraperlo, de sus transacciones incriminatorias, de inconfesables itinerarios. Su memoria está repleta de pistas y pruebas que han convertido a este dispositivo en un testigo esclarecedor. Las agendas de contactos aportan información sobre los integrantes de las redes de narcotráfico, los mensajes muestran cómo se coordina a un grupo terrorista, los movimientos registrados por el GPS incriminan y exoneran a los sospechosos; las citas de los calendarios pueden relacionar a personas y proporcionar coartadas… Gracias a los datos que almacena sobre nuestras vidas, el móvil ya es un testigo clave en un tribunal. “Lo que normalmente se puede sacar son los logs –los registros– de llamadas enviadas y recibidas, los mensajes, los correos electrónicos, aunque no en todos los teléfonos; las imágenes, las aplicaciones que hay instaladas…”, profundiza López. También puede saberse a qué redes wifi ha estado conectado el terminal y, si la geolocalización está activada, los movimientos que registra el GPS.

Es posible localizar dónde vives por apps que informan sobre el clima, la contaminación o el tráfico

Los teléfonos móviles también son una puerta a la vida en la nube y a aplicaciones web como Facebook. Lo normal es que los usuarios guarden las contraseñas de esos servicios en el propio teléfono, para no tener que introducirlas cada vez que acceden. Las credenciales pueden extraerse y emplearse para acceder a cuentas de servicios como Twitter, Skype y Dropbox, con los que se intercambia información y se establecen contactos.
“Todo esto se guarda en una memoria tipo flash que tiene un área de datos del usuario y que, por hacer una comparación, es el equivalente a un disco duro en un ordenador”, explica López. No es el único tipo de memoria que tiene un móvil, pero es la más estable.  La memoria RAM, que se emplea para manejar la información de las aplicaciones que están funcionando –con el objetivo de hacerlo más rápidamente– contiene pistas frescas de la actividad reciente. El problema es que es volátil: desaparece en cuanto se apaga el teléfono. Recuperar los datos de esa memoria es un reto muy importante, pues de ellos se puede obtener gran cantidad de información relacionada con las apps utilizadas. Y con esa información se puede llegar a conocer a un individuo mejor que él mismo.

Tu día a día, expuesto al detalle

Los móviles nunca descansan. En su diálogo interior, intercambian constantemente información con la red de telefonía y con las redes wifi que se cruzan en su camino. Y eso puede torpedear una investigación, ya que el intercambio modifica la memoria del aparato. Por eso los terminales incautados esperan su turno para ser diseccionados dentro de una caja de Faraday, un entorno electromagnéticamente aislado que bloquea la comunicación con el exterior. Pero no es el único flujo de datos que hay que tener en cuenta. Hay otro, mucho más personal, que suscita una gran atención entre los investigadores. Se trata de la comunicación, casi automática, que algunos usuarios, forenses de sí mismos, han establecido con el aparato a través de las apps de monitorización. Utilizan aplicaciones que registran sus constantes vitales, la calidad de su sueño, su estado de ánimo, cada comida que ingieren, la evolución de sus finanzas…

Un dispositivo de pulsera reveló que su dueña había pasado la noche despierta

También instalan apps que miden el ruido, la contaminación, el clima y otros aspectos relacionados con su entorno inmediato. Los usuarios de estas apps utilizan la información para detectar cosas que pueden mejorar en sus vidas, pero algunas personas ya han experimentado el efecto contrario. Y se han arrepentido. Jeannine Risley es una de ellas. La mujer aseguró a la policía que un intruso se había colado en la casa que su jefe le había prestado para que pasara la noche, en el transcurso de un viaje, y que la había agredido sexualmente. No había pisadas alrededor del domicilio, en Pensilvania (Estados Unidos), a pesar de que estaba completamente rodeado de nieve. Los investigadores desconfiaron y accedieron a los datos registrados por la pulsera Fitbit de la mujer.

El dispositivo, que monitoriza la actividad física y el sueño, reveló que había pasado la noche despierta y activa. Ningún asaltante la había levantado en medio de la noche, como había asegurado en su declaración. Y su jefe desveló que le había comunicado recientemente que la relevaría de su puesto directivo, lo que aviva la suspicacia acerca de las intenciones de la mujer. Ahora se enfrenta a un juicio por interponer una denuncia falsa. La pulsera Fitbit se sincroniza con el móvil del usuario para guardar y analizar los datos que recoge. Conseguir la información a través del terminal también puede ayudar mucho en una investigación policial. Pero cada app es distinta y algunas solo dicen si ha sido instalada. Sí hay personas trabajando en estrategias para recuperar más datos que los contactos de Facebook y los archivos adjuntos a los tuits. Porque todo lo que tiene memoria puede analizarse o hay alguien que intenta encontrar cómo hacerlo.

Y la memoria es la esencia tanto de las personas como de las máquinas. Cuanto más digital es la vida humana, más se solapa nuestra experiencia con la de los teléfonos móviles. Es una deriva un poco delicada… para quien esconde algo. Pero ¿quién no lo hace?

Tu oreja habla

No hace falta que un delincuente coja un móvil para dejar una pista que le identifique. El relieve de la oreja, apoyado en una superficie, deja su propia versión de la huella dactilar. La marca que imprime, que recibe el nombre de otograma, es una firma única de cada individuo y es admitida como prueba en España desde 2004.

Móviles apagados, la última frontera

Los recuperadores de datos hacen lo que sea para arreglar un teléfono antes de proceder a su autopsia porque, si un móvil no enciende, es extremadamente complicado recuperar cualquier información. La solución es desmontar los chips de memoria y tratar de encontrar sentido a una montaña de ceros y unos. Pero están salvaguardados por unos sistemas y una encriptación que pocos saben superar.

El móvil de Diana, un testigo principal

Las lupas del siglo XXI son informáticas. Sin testigos determinantes, la esperanza en el caso de la desaparición de la joven ha girado en torno a su teléfono móvil. Las antenas de telefonía a las que se conectó desvelaron sus últimos pasos y la información del terminal, que fue destrozado y tirado a una ría, ha sido recuperada. La huella digital parece ser la única manera de reconstruir sus pasos.

Exposición al sol

En uno de los casos estudiados, supieron que los poseedores de los móviles habían pasado mucho tiempo al sol. Había restos de protectores solares.

La pulsera entrometida

El auge de los dispositivos y las aplicaciones para monitorizar el ejercicio físico dará mucho juego: muchas de ellas guardan datos personales de sus dueños y saben dónde y cuándo han estado ejercitándose.

Mucha memoria

Las smart TV pueden conectarse a memorias USB, cámaras, móviles, discos duros… y recordar su información. Las televisiones inteligentes guardan registros de las fotos que muestran, pantallazos de las apps, recuerdos de los vídeos y la música que reproducen, detalles sobre la actividad en redes sociales… y pueden conectarse a los móviles. Según un estudio publicado en la revista Digital Investigation, los forenses deberían prestarles atención para conocer mejor la vida de los sospechosos.

Esto es lo que se lee

Los investigadores de la Universidad de Purdue han recuperado hasta los últimos once pantallazos de las apps usadas en un móvil con su software RetroScope, pero están localizadas en una memoria que se borra al apagar el teléfono.

Citas previsibles

Un estudio asegura que los usuarios de iPhone tienden a citarse con compañeros de trabajo, y que los de Android llegan al final del primer encuentro.

El vestido de tu móvil

Los científicos han hallado restos de sustancias presentes en ciertos tejidos. En el futuro, podrían saber qué ropa usamos analizando el terminal.

Saben qué maquillaje usas.

Los productos cosméticos dejan antisépticos, emulsionantes y ácidos grasos que sirven para deducir qué tipo utilizan sus dueños.

Se nota si has tomado café

La cafeína llega al móvil por el sudor y el rastro es doble si pones limón: impregna las manos de nobiletina,una molécula típica de los cítricos.

Convalecencia indiscreta

La descomposición de los medicamentos en el organismo produce metabolitos que pueden volver al exterior a través de la piel.