La llamada terapia electroconvulsiva (TEC), más conocida como electroshock, no goza de muy buena reputación. Especialmente después de la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Se trata de un tipo de terapia psiquiátrica que se utiliza para tratar la depresión, la esquizofrenia y una amplia gama de trastornos mentales, y consiste en administrar una descarga eléctrica de unos 30 segundos de duración en el cerebro.

El electroshock comenzó a usarse en la década de 1930 pero, treinta años después, comenzó a cuestionarse su utilidad y a ponerse de manifiesto los riesgos que acarreaba. A partir de 1970 empezó a caer en desuso, aunque nunca se ha abandonado del todo. De hecho, según algunas fuentes, alrededor de un millón de personas sigue recibiendo este tipo de terapia en todo el mundo.

Y, ahora, un estudio realizado por el NHS Foundation Trust de Gloucester, en Inglaterra, revela, que los pacientes que reciben este tratamiento se sienten satisfechos con sus resultados. Según los datos del informe, el 80% de los pacientes consultados, lo consideraban una terapia útil, y estarían dispuestos a repetirla si fuera necesario. Igualmente, el 85% de los familiares de pacientes consultados, aseguraban que el estado de sus parientes sometidos a electroshock había mejorado notablemente.

¿Cómo puede esto ser posible? Los autores del informe afirman que el electroshockes una terapia que se utiliza en casos extremos, cuando otro tipo de tratamientos (incluidos los farmacológicos) no consiguen resultados positivos. Por ese motivo, los pacientes reconocen gozar de una mejoría de la que hasta entonces nunca habían disfrutado.

Peor los detractores de esta terapia no confían mucho en estos resultados. Afirman que uno de los efectos secundarios del electroshock es que puede resultar adictivo. Además, consideran que, los efectos beneficiosos quese observan a largo plazo en el paciente, no son diferentes a los de un placebo.

La polémica sobre este tipo de terapia psiquiátrica sigue, por tanto, abierta.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López