Numerosos gurús y naturistas han proclamado las supuestas bondades de esta “terapia”, cuyo origen (dicen) está vinculado a prácticas budistas e hinduistas.?Sus partidarios afirman que la orina humana tiene propiedades rejuvenecedoras, que es buena para la piel, para recuperar el vigor sexual y que hasta podría ser anticancerígena. Ninguna de estas virtudes ha sido demostrada o corroborada por investigación científica alguna. Pese a ello, la orinoterapia cuenta con centenares de seguidores (que reciben el nombre de urópatos), algunos de ellos tan ilustres como el rockero Jim Morrison y el Pandit Nehru.
Redacción QUO