INTERPRETA EL DIBUJO
Sistema de sensores. Si hay un atropello, el mecanismo envía una serie de impulsos eléctricos. El sensor distingue entre el impacto contra un poste y contra una pierna.
Caer en blandito. La cabeza golpea sobre una superficie blanda, en lugar de hacerlo sobre una rígida.
Para arriba. Dos pequeños airbags “levantan” ligeramente el capó, para suavizar el impacto.
Protección en el parabrisas. Hay un elevado riesgo de que los viandantes se golpeen con las estructuras rígidas que bordean el parabrisas. Para evitarlo, de ellas surgen los airbags, que oabsorben la energía del impacto.

Un 15% de los peatones muertos en la vía han sido atropellados a una velocidad igual o inferior a 40 kilómetros/hora. Ahora, la compañía sueca de seguridad en el automóvil Autoliv ha desarrollado un sistema de airbags exteriores que podrían reducir la siniestra cifra de forma radical. Aun desplegándose a lo largo del parabrisas, su sistema de funcionamiento es similar al del resto de los airbags del automóvil. En todos los casos, una bolsa realizada en nailon va plegada dentro del volante o el lugar que se decida proteger. Cuando se produce una colisión, los sensores activan la operación de inflado mediante la reacción explosiva de una serie de compuestos químicos que producen una gran cantidad de nitrógeno. Una vez que se han desplegado, inmediatamente empiezan a desinflarse, gracias a una serie de pequeños orificios realizados en la bolsa, a través de los cuales se va disipando el gas producido. El objetivo es que los pasajeros tengan la movilidad suficiente para poder salir del coche o, al menos, recuperarse del susto con un poco de holgura.
A veces, pueden producir ligeras quemaduras en la piel, pero nada serio comparado con los daños que evitan, que son aún mayores si actúan en combinación con el cinturón de seguridad. De no hacerlo, el airbag puede producir daños en la cara, incluso lesiones como roturas del cristalino, hemorragias y desprendimiento de retina, entre otras. La postura que se adopte también es decisiva. Según un estudio realizado por el RACE, si los pasajeros llevan las piernas apoyadas en el salpicadero, impiden el despliegue del airbag, que se desintegra en la guantera y empuja las piernas hacia arriba, hasta hacerlas atravesar el parabrisas. Esto provoca un giro de la pelvis y que el cinturón se desplace hacia el abdomen, oprimiendo los órganos. Este efecto se intensifica aún más por la posición inclinada del pasajero, que podría sufrir intensos traumas, fracturas y graves heridas por corte.
Pero, lejos del catastrofismo, los airbags han demostrado reducir el riesgo de muerte en alrededor de un 30%, un porcentaje demasiado alto como para llegar a tener dudas entre la bolsa y la vida.

Redacción QUO