El próximo producto llegado del Himalaya que dará el salto a los estantes de los supermercados será el queso de yak. La razón está en el ácido linoleico conjugado. Un ácido graso adscrito a los cada vez más populares “poliinsaturados”, al que se le señalan no pocos beneficios para la salud: ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer; a reducir la grasa abdominal, etc. Al ser producido por microorganismos presentes en el estómago de los rumiantes y de otros animales que se apacientan, dos de las principales fuentes de este compuesto son la carne, y la leche y demás derivados lácteos.
Especialmente, si se les deja pacer en paz. Las yaks, que pastan a sus anchas, dan un queso con hasta cuatro veces más ácido linoleico que el “normal” de vaca.
Redacción QUO