Según un jurado de expertos, un violín fabricado con madera sometida a un tratamiento de hongos consigue una mejor calidad de sonido que otro salido de las manos del maestro de Cremona.
La competición ha tenido lugar en la ciudad alemana de Osnabruck. El famoso violinista Matthew Trusler tocó cinco violines diferentes oculto tras una cortina que le separaba del público y del jurado. Entre los instrumentos se encontraban su propio Stradivarius, creado en 1711, y otros cuatro elaborados por el maestro suizo Michael Rhonheimer. Dos de ellos habían sido fabricados con madera normal y otros dos con madera tratada con hongos en el laboratorio Federal suizo de Investigación y Prueba de Materiales (Empa). Tanto el jurado como el público se manifestaron claramente a favor de la música producida por uno de los dos instrumentos “biotecnológicos”.
En ese tratamiento, los hongos atacan la madera y modifican la estructura de sus células, que se vuelve más homogénea y menos densa. El responsable científico del proyecto, Francis Schwarze, asegura que “el sonido que se consigue es más cálido y redondo”.
Pilar Gil Villar