Es que no se logra. Es algo tan absurdo como desechado en cualquier país civilizado, e implica un riesgo quirúrgico injustificado. Ningún método logra la restitución del himen, ya que sus restos desgarrados degeneran hasta casi desaparecer. Si acaso, lo más sencillo es fijar entre sí esos restos mediante sutura para estrechar la entrada vaginal y que, así, en la siguiente penetración, simule una oposición parecida a la del himen íntegro.
Enviada por Mar Arias, correo electrónico
Redacción QUO