Somos otra especie. El macho de Homo sapiens sapiens ha evolucionado hacia un lugar único a mitad de camino entre los chimpancés y los humanos. Recientemente, el Dr. David Page, del Instituto Whitehead de Massachusetts ha liderado el equipo que ha descifrado el cromosoma Y, que tiene 78 genes y 59 millones de pares de bases. Esto es, aproximadamente, un 1,8% del genoma humano.
Así, el hombre es, en esencia, un 98,2% igual que la hembra de su especie… Pero un 98,7% igual que un chimpancé. Por tanto, como el macho de Homo sapiens sapiens es más similar a un chimpancé que a la hembra de su especie, es lógico que merezca un estudio biológico exclusivo.
El cromosoma del macho de Homo sapiens sapiens ha mostrado una particularidad: un gen del cerebro que no aparece en el cromosoma X. Se sabe que existe allí desde hace varios millones de años, cuando nació el homínido. Steve Rozen, profesor del Duke Nus Graduate Medical School de Singapur, sugiere que dicho gen podría haberle dado al hombre una ventaja evolutiva respecto de los simios. Pero ¿cuál es esa ventaja masculina? Aún no se sabe.
Rozen declara a Quo que dicho gen, el SRY: “Es el encargado de disparar las señales que hacen que en el embrión se comiencen a desarrollar los testículos. Cuando anulamos este gen en ratones, las consecuencias fueron sorprendentes: el macho creció normalmente, pero mostró claros problemas de movilidad. Casi no podía desplazarse”. ¿Está la condición masculina, por lo tanto, relacionada con el movimiento? “Podría ser”, responde Rozen, “pero aún no lo sabemos”.
Lo que sí se sabe es que el gen Y no necesita entrecruzarse con otro cromosoma para mantenerse y reparar su daño genético, sino que dispone de unos genes, llamados palíndromos, que se pueden leer tanto por la derecha como por la izquierda y son los que le permiten duplicarse más veces que un cromosoma clásico. El Dr. Jacob Mueller, parte del equipo que descifró el cromosoma masculino, nos asegura que: “Un 25% de él está formado por estos genes palíndromos, y sus capacidades permiten asegurar que está aquí para quedarse, porque es capaz de cambiar y evolucionar con mayor velocidad que los genes autosómicos”.
Esta mutabilidad permanente ha dotado al macho de Homo sapiens sapiens de características únicas. Pese a que culturalmente ha aprendido el arte de la conciliación, en su instinto y en sus genes existe el impulso de la “pelea o huida”.
Juan Scaliter