Físicamente, el macho humano también tiene características que le distinguen claramente de otros seres vivos. Para empezar, es el único primate que no tiene hueso en el pene (y el único ser vivo capaz de adornarlo, sea con una calabaza o con un piercing). Su cuerpo no está recubierto de vello, y de hecho es capaz de quitárselo como ritual de cortejo. También es exclusiva de él la nuez, una protuberancia que da al macho una voz grave, ya que alarga las cuerdas vocales unos 5 milímetros más que la de sus congéneres femeninas.

La necesidad de seducir a la hembra y su falta de recursos naturales para conseguirlo (carece de plumas vistosas, de cantos distintivos y de un celo predeterminado) han hecho que rediseñe sus atributos. Así, en el pasado rindió culto a su barba (la única, entre los primates, capaz de crecer), que pasó a ser un símbolo de estatus. Hoy, ese lugar podrían ocuparlo sus glúteos, únicos en la naturaleza (fruto de la bipedación) y muy apreciados por las hembras de su especie. Su musculatura es la más débil de la familia: el chimpancé es 5 veces más fuerte, y el orangután y el gorila, 7. Esta aparente debilidad la compensa con un desarrollo cerebral que le permitió elaborar complejas herramientas y le estimuló el gusto por los gadgets, una característica muy singular de su género.

¿hacia dónde va el hombre?

Javier de Felipe es neurobiólogo del CSIC y líder del equipo que hasta ahora ha hecho el único estudio comparativo de microscopía electrónica del cerebro masculino y femenino.

Desde su campo, De Felipe explica este gusto del hombre por los gadgets: “Hasta hace muy poco, el macho ejercía el dominio sobre la fabricación de utensilios y herramientas, así que era normal que él fuera quien estuviera más (que no mejor) capacitado para usarlas. Pero los tiempos están cambiando.”

Y el macho con ellos. “En el pasado, la agresividad era una necesidad”, continúa De Felipe, “pero hoy, el macho violento que garantiza la protección de su círculo ya no es necesario. Y debe evolucionar hacia un ser más pacífico y conciliador”. ¿Está naciendo un nuevo hombre? n
Juan Scaliter

Juan Scaliter