A John Spencer, presidente de la Space Tourism Society, con sede en Los Angeles (EEUU), se le ha ocurrido plantear los viajes espaciales desde la perspectiva del lujo. Para ello, ha elevado el concepto de nave a la categoría de yate con un diseño bautizado como Destiny. Su propuesta imagina un bajel que orbite la Tierra ofreciendo a sus ocupantes espectaculares vistas de nuestro planeta.
Una servidumbre de pequeños robots se encargará de vigilar los sistemas de distribución de agua, gestionar los residuos y recargar las pilas que alimentarán de electricidad el interior del vehículo. La energía necesaria se obtendrá a través de paneles solares adheridos a las vistosas alas. En el centro de la nave, una esfera transparente se convertirá en la principal atracción de los afortunados con solvencia para permitirse un pasaje, que podrán flotar en ella en gravedad cero.
Pilar Gil Villar