Una reciente investigación realizada por Alissa Nolden, experta en ciencia de los alimentos de la Universidad de Pensilvania (EE UU), y cuyos resultados se han publicado en la revista Alcoholism: Clinical & experimental research, revela que los genes que regulan los receptores del sabor amargo son responsables de nuestro gusto o rechazo hacia ciertas bebidas alcohólicas, como la cerveza.
Los científicos comprobaron que los voluntarios que mostraban ciertas variaciones en dichos genes experimentaban un mayor rechazo al alcohol que el resto. «Cuando las personas prueban el alcohol en el laboratorio, la cantidad de amargor que experimentan difiere, lo que está relacionado con la versión del gen receptor que posee cada individuo», explicó la autora del estudio. Según los investigadores, la sensación amarga que producen los sabores de ciertas bebidas alcohólicas podría ser un mecanismo de defensa del organismo ante la ingesta de compuestos tóxicos.
Pero aunque los expertos reconocen que esa sensación de amargura puede influir en principio en que exista un rechazo hacia el alcohol, al final esa predisposición genética no tiene porque ser determinante. «Con la exposición repetida, los individuos pueden aprender a disfrutar cierto amargor en sus bebidas», explicó la autora. (Nota del autor: Así que ya saben, lo de los genes al final no sirve de excusa para busar de la bebida).
El estudio también revelo que, además de los receptores del gusto, TAS2R1 y TAS2R38, el receptor del calor TPRV1 también jugaba un papel determinante en la valoración de las bebidas alcohólicas. esto se debe, según los autores del estudio a que el alcohol también provoca sensaciones de ardor, este receptor es el encargado de percibir dolor cuando tocamos una superficie caliente o comemos algo picante.
Redacción QUO