Todo ocurrió en un vuelo en el que el físico atmosférico Joseph Dwyer, de la Universidad de New Hampshire (UNH), buscaba rayos gamma, un tipo de radiación electromagnética de alta frecuencia. Durante una tempestad, el detector de a bordo recogió tres picos de radiación gamma que tenían una energía de 511 Kiloelectronvoltios. Este es el resultado del encuentro entre un positrón y un electrón: energía pura en forma de rayos gamma.
“Nos adentramos en la tormenta – recuerda Dwyer – pero el avión se movía en todos los sentidos y de pronto se desplomó. Realmente pensé que iba a morir”. Lo que el detector había identificado eran señales que provenían de positrones, la versión antimateria del electrón. Un positrón tiene la misma masa que el electrón, pero una carga eléctrica opuesta.Aparentemente lo que Dwyer había hecho era volar a través de una “nube de antimateria”.
«Esto era tan extraño que analizamos esta observación durante varios años», aseguró Dwyer en una entrevista a la revista Nature. Los hallazgos fueron finalmente presentados en la última reunión de la American Geophysical Union’s Fall Meeting en 2014.
La antimateria es muy extraña; se destruye cuando entra en contacto con la materia ordinaria, por lo que no es frecuente poder detectarla en la Tierra. Los astrónomos logran verla con cierta frecuencia, despedida de los agujeros negros o arrojada en los rayos cósmicos. Por ello, descubrir antimateria dentro de una tormenta eléctrica es algo tan extraordinario.
Aún no se entiende completamente el mecanismo responsable de estas antipartículas. Por ello Dwyer está ansioso por encontrar más lecturas de positrones dentro de otras tormentas. Sin embargo meterse dentro de una lluvia de relámpagos y truenos no es lo más seguro si uno aprecia su futuro. El propósito del experto, entonces, es enviar un ejército de instrumentos hinchables que pueda introducir en una tormenta y así buscar una respuesta a este enigma.
Juan Scaliter