Son billetes que tienen estrictamente las características de un billete recién impreso. En las películas de atracos o secuestros se piden así, sin sellos añadidos ni marcas luminiscentes –o de otro tipo– ocultas, para que no sigan la pista de los delincuentes.
En España está prohibido añadirles un sello, pero en otros países no. Por ejemplo, en Perú, las agencias de cambio incluyen un tampón propio para que, si el billete es falso, el cliente pueda demostrar quién se lo facilitó y se lo cambien de nuevo por otro que sí sea de curso legal.
Enviado por Policarpo de la Merced, Albacete
Redacción QUO