Un surfista australiano de 52 años, Craig Ison, ha resultado seriamente herido en una pierna después que un tiburón le atacará en una playa de Nueva Gales del Sur.
El hecho ha ocurrido apenas unas semanas después de que el surfista profesional Mick Fanning, escapara ileso de otro escualo en una competencia en Sudáfrica.
Y los ataques no terminan aquí. A principios de mes, otro deportista, Matt Lee de 32 años, tuvo que someterse a una cirugía después que un tiburón blanco le mordiera en ambas piernas.
Y en febrero, un turista japonés, Tadashi Nakahara, perdió la vida por otro ataque. También en Australia. ¿Qué le ocurre a los tiburones? La realidad es que nada en particular. Es su naturaleza, al igual que es la nuestra, debido a las películas y a la sociedad, temerles más a los tiburones, que matan unas diez personas al año que a las vacas, que “asesinan” al doble anualmente según estadísticas del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Quizás si Steven Spielberg hubiera filmado una de suspense titulada Pezuñas, hoy nadie tomaría leche. Al menos no los hombres ya que una estadística afirma que el 93% de los ataques de tiburones producidos entre 1580 y 2010 se efectuaron sobre el sexo masculino. Independientemente de que resulte llamativo que haya registros de hace casi 500 años sobre estos eventos, no hemos podido encontrar la fuente original de esta estadística, así que habría que cogerla por los pelos.
Los expertos indican algunas claves que parecen ser útiles a la hora de evitar un encontronazo con estos animales. Primero no llevar joyas, el reflejo les hace creer a los tiburones que se trata de las escamas de peces. Nunca nadar solos, rara vez los ataques se producen cuando hay grupos. Mick Fanning y Craig Ison estaban a más de 20 metros de su “vecino” más cercano.
No meterse en el agua con cortes pequeños (menos aún si son grandes, obviamente), los tiburones tienen un olfato que les permite detectar. De acuerdo con el Museo Americano de Historia Natural, algunos tiburones son capaces de detectar una gota de sangre en una piscina olímpica. Así que más vale no tentar a la suerte. Y menos hacerse un selfie si ves a uno.
Juan Scaliter