Los científicos han calculado que la Luna se aleja 3,8 cm cada año, ralentizando la velocidad de rotación de nuestro planeta. Pero, si añadiésemos masa a la superficie lunar, ¿alteraríamos aún más su órbita, al igual que el barro puede alterar la trayectoria de una pelota de béisbol?
Una nueva traslación
El recurrente deseo de la NASA de construir su primera base lunar es ambicioso, pero no como para mover el satélite. La masa de la Luna es de unos 70 mil billones de toneladas, lo cual empequeñece fácilmente las pocas decenas de toneladas de construcción propuestas por la NASA. Para situarlo en perspectiva, sería como si una mosca posada en la Gran Pirámide intentara desplazar su gigantesca masa unos centímetros hacia la izquierda.
Separación gradual
Por improbable que sea, añadir masa a la Luna podría en teoría modificar su órbita. Scott A. Hughes, profesor asociado de astrofísica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), calcula que necesitaríamos enviar más de 490 billones de toneladas a la Luna para añadir 3,8 cm de deriva adicional. Ello requeriría mil millones de vuelos de cualquiera de los vehículos de transporte existentes o en proyecto.
La separación entre la Tierra y la Luna acabaría por alargar nuestros días y por disminuir sustancialmente la magnitud de las mareas altas y bajas. Pero esto no va a pasar, al menos en los próximos billones de años. Y para entonces el Sol ya estará quemando la atmósfera y los océanos de la Tierra, así que tendremos cosas más importantes de qué preocuparnos.
Redacción QUO