En una palabra: no. Sería imposible destruir el Planeta Rojo mediante cualquier dispositivo ideado por los científicos, excepto las finanzas. Los planetas pueden sobrevivir a terribles agresiones; la Hellas Planitia, un cráter marciano de unos 2.092 km de diámetro, es el testimonio de la colisión del planeta con un asteroide tan gigantesco, que el impacto generó unos cien millones de megatones de energía. Si un meteorito de ese tamaño impactara sobre la Tierra, barrería de un plumazo la vida en un continente entero.
Por contra, el arma nuclear más poderosa jamás probada, la «Bomba del Zar« en Rusia, poseía una potencia de «solo» 50 megatones, y los arsenales nucleares de la mayoría de los países consisten en bombas de potencias entre 200 y 400 kilotones; en términos de impacto planetario, el equivalente a unos fuegos artificiales. Enfrentándose a un objeto tan robusto como un planeta, ninguna bomba nuclear tendría efecto. Ni siquiera el más poderoso de los meteoritos ha conseguido destruir Marte o la Tierra, explica el científico Edward Scott, de la Universidad de Hawai. «La cantidad de energía necesaria sería tan inmensa que tal cosa nunca sucedería«.
¿Pero qué pasaría si consiguiéramos idear un arma radicalmente más poderosa que pudiera desencadenar, digamos, un millón de megatones, es decir, la cantidad aproximada de energía producida por el Sol en un mes? Según el paleontólogo Gary Peterson, de la Universidad de San Diego, la amplitud del campo gravitacional que la masa marciana crearía neutralizaría incluso un esfuerzo tan colosal. «Podríamos desatar la mayor explosión jamás concebida y destruir el planeta, pero los fragmentos de roca volverían a ensamblarse», dice. Un esfuerzo más realista y productivo para la energía nuclear en el espacio, añade, sería encontrar una forma de pulverizar los asteroides de menor tamaño que orbitasen peligrosamente cerca de la Tierra.
Redacción QUO