Según la OMS, más de dos millones de personas mueren anualmente por cocinar en el interior de sus casas en fogones con combustibles sólidos a fuego abierto. La cifra es considerable, tanto, que es una de las principales causas ambientales de muerte en el mundo que ya se ha cobrado más víctimas que la malaria. Hoy día, más de tres mil millones de personas en el mundo cocinan de esta forma en el interior de sus viviendas.
Esto afecta principalmente a mujeres y niños que viven en la extrema pobreza, quienes están en mayor riesgo de problemas de salud causados por este tipo de contaminación. Los peligros relacionados con estas prácticas, incluyen infecciones respiratorias agudas, insuficiencia de peso al nacer y enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. A pesar de la alerta de la OMS, la exposición al humo de fogón ha recibido financiación y atención para la investigación. Aunque no todo son malas noticias: desde que se anunció el año pasado la Alianza Global para Cocinas Limpias (lanzada por la ONU), se ha comenzado una iniciativa que coordina esfuerzos para intentar apoyar el uso de cocinas limpias en el mundo en desarrollo.
En Perú, por ejemplo, 10 millones de personas viven en el antiplano andino. Cocinan a fuego abierto dentro de sus pequeños hogares, los que no superan en la mayoría de los casos los 20 metros cuadrados y que carecen de ventanas para una correcta ventilación. Esto provoca que que el aire del interior de la vivienda se contamine en una proporción treinta veces mayor que la permitida por la OMS. En las zonas rurales, más del 60% de los niños sufre desnutrición crónica, causada principalmente por la falta de higiene (carecen de agua potable) y de graves enfermedades respiratorias. Seguido de los niños, van las mujeres, afectadas por las mismas dolencias en un 40%.
Ya han surgido algunas iniciativas, principalmente en la sierra andina de Perú, donde la iniciativa Sembrando ya ha atendido a un total de 92.000 familias.
Redacción QUO