A mediados de los años 1970, dos grupos de astrofísicos llegaron de forma independiente a una conclusión que explicaba la formación de la Luna: la colisión entre un cuerpo del tamaño de Marte y la Tierra en sus primeras etapas. La conclusión explicaba muchas observaciones, como el gran tamaño de la Luna con respecto al las tasas de rotación de la Tierra, y se convirtió en la hipótesis más aceptada por la ciencia.
Pero 15 años atrás, un equipo de científicos publicó en la revista Science un artículo que afirmaba que las composiciones isotópicas de una variedad de elementos hallados en las rocas terrestres y en otras lunares, eran casi idénticas. Los análisis de las muestras traídas de las misiones Apollo, señalaban que la Luna tenía la misma abundancia de los tres isótopos estables de oxígeno que la Tierra. Y eso era muy extraño. De acuerdo con las teorías vigentes en aquel momento, la mayor parte del material (entre un 60 y un 80%) que formó la Luna procedía del cuerpo que impactó contra nuestro planeta. El problema es que los cuerpos planetarios que se formaron en diferentes partes del sistema solar, en general, suelen tener diferentes composiciones isotópicas, tan diferentes que sirven como «huellas dactilares» de los planetas y meteoritos. Y la probabilidad de que el responsable del impacto tuviera la misma huella dactilar que la Tierra es extremadamente pequeña.
Así, la hipótesis del impacto, tenía un problema: podía coincidir con muchas de las características físicas del sistema Tierra-Luna, pero no en la geoquímica.
Para intentar resolver el dilema, Kun Wang y Stein Jacobsen, de la Universidad de Washington y de Harvard respectivamente, desarrollaron una técnica 10 veces más precisa que las conocidas hasta la fecha, para analizar los isótopos. Y la pusieron a prueba con 7 rocas lunares de diferentes misiones Apollo. Los resultados del estudio, publicado en la revista Nature, demostrarían que el origen de la Luna se debe a un gran impacto que vaporizó al cuerpo que chocó contra nuestro planeta ytambién a la Tierra primigenia. Los restos se expandieron para formar un enorme disco superfluido que se cristalizó hasta formar la Luna.“Nuestros resultados – señala Wang en un comunicado – proporcionan la primera evidencia sólida de que el impacto vaporizó en gran parte la Tierra”.
Tan grande habría sido el impacto que el comunicado de la Universidad de Washington lo compara con el golpe de un martillo a una sandía.
Juan Scaliter