Habíamos oído hablar de robots de todo tipo. Sexuales, de cocina… Pero jamás habíamos imaginado que fueran a existir robots comestibles. Pues bien, ya son una realidad.
Sus creadores son investigadores del Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza. Y el fruto de su trabajo es un nanorobot gelatinoso que se asemeja a una gominola y que se arrastra como una oruga.
La idea es utilizarlo con fines médicos. Una vez equipado con cámaras, el paciente se lo tragará y así los especialistas podrán observar el interior de su organismo, sin tener que recurrir a las técnicas tradicionales, que son mucho más molestas e invasivas.
Si encima los fabrican de varios sabores, le auguramos un prometedor futuro a este invento.
Fuente: arxiv.org
Vicente Fernández López