Que fue lo que realmente les sucedió a los miembros de la llamada Expedición de Franklin, ha sido uno de los mayores misterios de la historia de la exploración polar. En 1845, los exploradores partieron de Inglaterra en dos barcos, rumbo al Ártico para encontrar un paso a través de los hielos. Se sabe que las naves encallaron y que tras la muerte del capitán los hombres abandonaron las embarcaciones y trataron de escapar a pie. Algunos de ellos fueron avistados por los inuits pero, tras ese encuentro, su rastro se perdió para siempre.
Hace unos años, un equipo de investigadores encontró las momias de tres de ellos congeladas y, ahora, un especialista de la Universidad de Michigan les ha hecho una nueva autopsia y ha comparado los resultados con los síntomas de más cien enfermedades existentes, lo que le ha permitido llegar a la conclusión de que aquellos hombres murieron de un mal conocido como enfermedad de Addison.
Se trata de un trastorno que provoca la destrucción progresiva de la glándula suprarrenal. Quienes lo padecen sufren dolor abdominal, diarreas, hemorragias internas, pérdida de peso, oscurecimiento de la piel, delirios… Y si no se trata de forma adecuada acaba produciendo la muerte.
Pero, ¿cómo contrajeron la enfermedad los expedicionarios? Probablemente a causa de la tuberculosis que era una enfermedad que, hasta bien entrado el siglo XX, seguía siendo la responsable del 90% de los casos del mal de Addison.
Vicente Fernández López