¿Existe el delito perfecto? Si entendemos como tal, el hecho de que nunca descubran a su autor, entonces el que un misterioso personaje que se hacía llamar D. B. Cooper cometió en 1971, encajaría en esa categoría. El 24 de noviembre de ese año, un día antes de la fiesta de Acción de Gracias, un pasajero que se hacía llamar Dan Cooper secuestró un Boeing 727 que volaba desde Portland a Seattle. Tras aterrizar en el aeropuerto de la segunda ciudad para cobrar un rescate de 200.000 dólares, Cooper liberó a los pasajeros pero obligó al avión a despegar de nuevo. Cuando sobrevolaban el suroeste del estado de Washington, el secuestrador odenó que el avión descendiera a una altitud de 3.000 metros y, entónces, se lanzó en paracaídas con su botín. Desde aquel momento, nadie ha logrado dar con él.
La hipótesis inicial es que el atracador pudo fallecer en caída libre, pero en 1978 aparecieron en la zona en la que tendría que haber descendido, varios objetos (entre ellos un billete marcado de veinte dólares que pertenecía al rescate), que sugerían que el secuestrador había sobrevivido. Además, alguien envió una carta a la prensa afirmando ser D. B. Cooper. El FBI la dió por buena, así que eso significaba que el delincuente estaba vivo.
Hubo hasta una docena de sospechosos, pero los investigadores jamás lograron reunir pruebas suficientemente sólidas para inculpar a alguno de ellos. Hasta ahora, ya que un equipo de investigadores privados asegura haber identificado al atracador, que no sería otro que un veterano de Vietnam llamado Robert W. Rackstraw. Pero, ¿cómo han llegado a esa conclusión?
Para entenderlo, hay que retoma la carta que el tal D. B. Cooper envió a la prensa. En ella figuraban dos misteriosas cifras (717171634 y 7698QA2753) que hasta la fecha nadie ha podido entender que significaban. Pero, los investigadores creen que han logrado resolver ese enigma, y afirman que se trata de un código que esconde el número de las dos unidades militares en las que Rackstraw sirvió durante la contienda en Vietnam.
Se da el caso de que Rackstraw fue uno de esos doce sospechosos a los que el FBI investigó en los años posteriores al secuestro del Boeing. Y una de las causas de ello es que fue paracaidista durante la guerra en el país asiático. Además, su apariencia encajaría con la del retrato robot del secuestrador.
Lo que ocurre es que el tal Rackstraw sigue vivo y ya ha negado todas las acusaciones. Aunque ha aprovechado todo el revuelo que se ha montado para vender los derechos de su vida a una productora de cine. De cualquier forma, sea o no el el hombre que realmente protagonizó aquel espectacular secuestro aéreo, es bastante improbable que las autoridades puedan arrestarle, ya que los resultados de esta investigación no alcanzan ni siquiera la categoría de pruebas circunstanciales.
Vicente Fernández López