Entre las órbitas de Marte y Júpiter existe una región conocida como el cinturón de asteroides. Alli se hacinan en un giro perpetuo entre 1,1 y 1,9 millones de rocas que no habrían logrado reunirse en un planeta.
Muy cerca de allí, al menos en términos astronómicos, se encuentran los asteroides troyanos de Marte, cuerpos que comparten la órbita de un planeta en lugar de girar huérfanos por el cinturón. El primer “troyano marciano” fue descubierto en 1990, pero hay algo más que diferencia estos asteroides centinelas de Marte de sus primos: su composición es distinta. Así lo afirma un reciente estudio publicado en Nature, por expertos del Instituto Weizmann y el Observatorio de la Costa Azul.
Liderados por David Polishook, recurrieron al instrumento SpeX en el telescopio IRTF, en Hawai para deducir su composición. “Nuestras observaciones – explica Polishook en un comunicado – demostraron que todos estos asteroides son ricos en un mineral conocido como olivino, lo que implica que están todos relacionados. Representan una familia con un solo origen común”.Los asteroides ricos en olivina son raros en el cinturón de asteroides. Este mineral se forma generalmente en la profundidad de cuerpos planetarios más grandes, como Marte o la Tierra, con presiones más elevadas que las existentes en los asteroides. Así, la explicación más probable es que un impacto gigante contra Marte los haya expulsado y abandonado a su suerte orbital.
Para probar esta hipótesis, los científicos desarrollaron una simulación por ordenador que muestra cómo un podría haber creado los asteroides troyanos. “Por primera vez – concluye Polishook –pudimos establecer un vínculo entre asteroides específicos y una fuente planetaria. Ahora que sabemos que tales objetos existen, el siguiente paso es investigar su abundancia y estudiar sus características. Dado que la olivina proviene del manto planetario debajo de la superficie exterior, el material en estos asteroides podría proporcionar una oportunidad única para estudiar la composición interna de Marte. Y es mucho más sencillo obtener muestras de ellos que de Marte”.
Juan Scaliter