Este donut gigante, que parece sacado de un parque acuático, podría ser la solución que los investigadores buscan con afán para atravesar la atmósfera de Marte. El desacelerador inflable se le podría haber ocurrido a un ingeniero de la NASA mientras jugaba con su hijo ya que este recuerda al famoso juguete Pyramide pensado para bebés. El invento pretende resolver uno de los muchos desafíos de ingeniería que enfrenta la Agencia: el descenso sin peligro en el Planeta Rojo.
Mandar humanos a Marte requiere de una nave de grandes dimensiones. Una nave que debe atravesar la atmósfera y posteriormente aterrizar sin poner en riesgo a sus ocupantes. Este escudo permitiría varias cosas. La primera, hacer de escudo térmico, como la parte negra de los transbordadores espaciales. Esto protege a los humanos que vayan en la nave de la fricción a la entrada de la atmósfera. En segundo lugar, resuelve otro de los problemas planteados por los investigadores «intentamos no utilizar propulsión si nos es posible«.
Los expertos han reconocido que es imposible aterrizar en el Planeta Rojo con ayuda de cohetes. Una nave de esas dimensiones requeriría una cantidad ingente de ellos, que suman peso al lote a lo que hay que sumar, además, el combustible que contienen. Si los ingenieros consiguen realizar la ‘frenada’ con un sistema pasivo, la desaceleración sólo costaría unos pocos kilos. «Aprovecharíamos al máximo la atmosfera (marciana), porque nos ahorraríamos el peso de todo ese combustible (en el descenso)», afirmó Neil Cheatwood, uno de los ingenieros del proyecto.
Su paralelismo con el juguete infantil que apila rosquillas de distintos tamaños tiene cierto sentido. Es mas sencillo inflar un toroide que cualquier otra forma geométrica. La NASA ha rellenado estas rosquillas con nitrógeno y las ha recubierto de un material resistente a altas temperaturas. Una vez infladas para el descenso, las rosquillas quedarían en la parte superior de la nave, lo que haría parecer al conjunto una seta gigante.