Nada peor que querer rascarse y no poder
No hay nada peor que querer rascarse y no poder. Si encima se une que son las cuatro de la tarde en plena Sudáfrica, el trámite para lograrlo puede convertirse en todo un infierno y hacer que acabes realmente ‘engorilado’. Por eso, cuando este elefante vio acercarse un utilitario con dos turistas supo que había llegado el momento perfecto.
Los dos ocupantes del Volkswagen Polo, aterrorizados, se encontraban en el sitio equivocado en el momento equivocado. Sin tan siquiera tener la delicadeza de preguntarles si tenían el seguro a terceros o a todo riesgo, el elefante se frotó con todas sus ganas por el capó y el techo del vehículo hasta que logró aliviar su desdicha.
¿Tenéis el seguro a todo riesgo o a terceros?
La escena fue vivida y capturada en fotografías por Armand Grobler, guía y administrador del albergue del Parque Nacional de Pilanesberg: «yo estaba desempeñando en ese momento labores de etología, así que tuve una comprensión básica y clara de lo que estaba pasando.» Una comprensión que posiblemente hubiese sido de más utilidad a los turistas que al etólogo voyeur.
Pensando posiblemente en esto añade: «parecía que se encontraba en período de must (estado en el que les suben los niveles de testosterona y se vuelven más agresivos) pero no estaba en una actitud violenta, al contrario, su comportamiento era más bien lúdico (…). Cuando vi que el coche estaba siendo bruscamente sacudido temí por la vida de los pasajeros, pero no podía hacer mucho más» (así que se dedicó a hacer fotos).
Un elefante se balanceaba…
Los elefantes utilizan con frecuencia troncos, árboles pequeños y rocas para aliviar el picor o eliminar parásitos, pero… con el coche tan cerca de la pata, era una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar.
Desenlace: un elefante feliz, un etólogo despistado, unos turistas en estado de shock y un seguro incrédulo
Según narra Grobler para Mirror: «Los pasajeros no resultaron heridos. Ambos estaban en estado de shock, pero felices de estar vivos. Por desgracia el coche no tuvo tanta suerte. Todas las ventanas se rompieron, los cuatro neumáticos volaron, el chasis y la carrocería del vehículo acabaron destrozados y el techo completamente abollado».
Al etólogo Grobler, como era evidente, nadie le dio las gracias por su ayuda ni por su clase magistral sobre elefantes en periodo de must. Como mucho encargarían una camiseta con la frase «yo sobreviví al picor de un elefante en Sudáfrica y me acorde de la madre de Armand Gobler» en su honor.
En cuanto al elefante, una vez encontró la paz siguió su camino, completamente ajeno e indiferente a la destrucción que dejaba detrás.
A ver cómo este par de guiris se lo explica ahora al seguro.