Muchos animales y plantas que habitan en zonas gélidas han desarrollado curiosas estrategias para sobrevivir. Entre ellas destaca la producción de sus propias proteínas anticongelantes, conocidas como AFP, de las que los humanos ya hemos empezado a aprovecharnos con diversas aplicaciones (véase el recuadro a la derecha).
Cuando los fluidos corporales de esos animales empiezan a formar pequeños núcleos de cristales de hielo, esas proteínas los rodean y les impiden extenderse y congelar todo el organismo.

Dependiendo de la especie y el entorno, su actividad es más o menos intensa. Entre las más conocidas destacan las de los peces antárticos, que constituyen el 90% de los seres vivos de esa zona. Pero ahora una investigación de  la Universidad de Illinois (EEUU), dirigida por Paul Cziko, ha descubierto que esos agentes salvavidas tienen una vertiente adversa: los núcleos de hielo que encapsulan no se derriten cuando suben las temperaturas. Se quedan en el torrente sanguíneo y los investigadores sospechan que, en algún momento, podrían suponer un riesgo para la salud del pez, aunque aún no han detectado cómo. Concretamente, quieren averiguar si estos animales cuentan con algún mecanismo para limpiar de esos cristales el bazo, donde creen que tendrían más posibilidades de acumularse.

De hecho, los investigadores los detectaron en numerosos ejemplares de pez que nadaban en aguas ya cálidas. Este hallazgo podría suponer el primer caso conocido de hielo sobrecalentado en la naturaleza; es decir, hielo que existe en un entorno de temperatura en el que ya debería haberse fundido.

La profesora Christina Cheng, quien también ha participado en el estudio, considera este hallazgo “una pieza en el puzle de cómo estos peces, los nototeniodeos, consiguieron dominar el océano de la Antártida”. Además, lo considera un ejemplo de cómo la evolución se produce a base de “compromisos y equilibrio entre ventajas y desventajas. Seguramente, cualquier buena innovación evolutiva va acompañada de ciertos efectos secundarios malos e involuntarios”.

Tan fresco

El secreto para no convertirse en un polo de pez está en su sangre: proteínas para seguir vivo.

¿Sin sangre?

Para adaptarse, el draco, o pez hielo, combina la falta de hemoglobina en la sangre con las proteínas anticongelantes.

Fuera de peligro

En los escarabajos Rhagium inquisitor ni siquiera llegan a formarse cristales de hielo, gracias a sus proteínas.

Más eficientes que las de los peces son las AFP de las larvas del escarabajo Dendroides canadensis.

Aplicaciones humanas de las afp

Producción
Aumentan la resistencia al frío de los cultivos y alargan su época de cosecha. Incrementan la producción en las granjas acuícolas.

Helados. Ayudan a mantener la textura cremosa, especialmente en los bajos en calorías, y a que el producto supere mejor la etapa de almacenamiento.

Medicina. Alargan la vida de los tejidos destinados a trasplantes y preservan mejor los óvulos, esperma y embriones para la fecundación in vitro.