Congreso de médicos en Barcelona. Quo asiste. Reconocidos expertos en salud van a hablar de colesterol, hipertensión, diabetes, cáncer…, males que azotan al humano de hoy como tsunamis sanitarios. Pero lo extraordinario es que el foco de su atención es un alimento que se ha utilizado con una finalidad curativa desde hace más de dos mil años. “¡El chocolate es una cosa seria!”, exclama Deanna Troi, en Star Trek: The Next Generation. Toma el micrófono uno de los ilustres ponentes y aclara: “La importancia que le damos al chocolate se la debemos a los indios Kuna”. Veamos por qué.
Originarios de las islas de San Blas (Panamá), tienen uno de los índices de mortalidad por hipertensión más bajos del mundo. Además, viven más años y desconocen los problemas relacionados con el sobrepeso. Es verdad que se trata de una población que consume una gran variedad de vegetales y pescado rico en ácidos grasos omega-3. También es cierto que los indios Kuna consumen poca carne: no llegan a los 700 gramos por semana. Pero sí hay un alimento que prima en su dieta, y es el cacao; de ahí que este pueblo se beneficie más que ningún otro de sus propiedades antioxidantes.
El cacao aumenta la presencia de microbios saludables, como las bifidobacterias y los lactobacilos, en el aparato intestinal
Así quedó reflejado en el Segundo Congreso Internacional sobre el Chocolate y el Cacao en Medicina, celebrado en la Universidad de Barcelona. Tomando como referencia a los indios Kuna, han demostrado, por ejemplo, que gracias a la ingesta de cacao numerosos pacientes con un riesgo elevado de sufrir arteriosclerosis han mejorado su salud de forma considerable.
La semilla prodigiosa
La estructura del cacao es múltiple. Entre los distintos compuestos bioactivos que contiene, destacan los polifenoles: “Son fabricados por las plantas para protegerse de agresiones externas, como las plagas, el exceso de sol y la falta de agua. Cuando los ingerimos, adquirimos cierta protección frente a las enfermedades degenerativas, ya sean relacionadas con el envejecimiento o de carácter cardiovascular”, señala el doctor Ramón Estruch, investigador del Hospital Clínic de Barcelona.
En el Clínic se han realizado dos estudios interesantes con medio centenar de personas con riesgo cardiovascular durante tres meses. A la mitad de los voluntarios se le suministró 40 gramos diarios de cacao semipuro con 500 miligramos de leche. El resto tomó solo cacao. “Hemos comprobado que el consumo regular de cacao con un grado de pureza mínimo del 70 por ciento aumenta el colesterol bueno y reduce el malo”, señala Estruch.
Y además, son recomendables: “Los polifenoles dilatan los vasos sanguíneos y permiten que llegue más sangre al cerebro. El oxígeno que contiene esta sangre mejora la salud de las neuronas, alarga su vida y refuerza las conexiones que establecen entre ellas”, explica Margarida Castell, catedrática de Fisiología de la Universidad de Barcelona.
Amor, dulce amor
El Día de San Valentín es la fecha en la que se consume más chocolate de todo el año. En Japón se desata tal efervescencia que cada mujer prepara su corazón de chocolate para su enamorado, fieles a la idea del poder del cacao para levantar pasiones. Sobre pasiones y chocolate hay poca ciencia; sí hay numerosos estudios que evalúan su papel como regulador de la felicidad, y más específicamente, como antidepresivo. Esto se debe a que contiene triptófano, un aminoácido fundamental que ayuda a regular los niveles óptimos de la serotonina, el neurotransmisor más señalado en todos los estudios cuando se investiga qué afecta al estado de ánimo. Dice uno de esos saberes anónimos: “Cuando nadie te entiende, el chocolate está ahí”.
Estudian su papel para prevenir alergias provocadas por el polen, los ácaros del polvo y las proteínas de determinados alimentos, como huevos, frutas y marisco
Una de las grandes dificultades para todos los fármacos que llegan al cerebro es que consigan hacer diana. Sin embargo, el triptófano del chocolate se absorbe bien gracias a sus azúcares, que traspasan la barrera hematoencefálica (el escudo protector de nuestro cerebro) y actúan en el sistema nervioso central.
Como el cacao también lleva vitamina B6, ingerirlo significa levantar el estado de ánimo y despertar el sentido del humor. Además, como un buen engrase para el cerebro, ahí está el anecdótico estudio que relaciona el consumo de chocolate y el número de premios Nobel por países. Curiosamente, Suiza es el país más chocolatero y también el más distinguido con el Nobel. Quizá no exista una relación tan directa entre el cacao y el Nobel, pero sí hay evidencias claras de que en personas de 65 a 80 años aumenta su capacidad de atención y su memoria dos horas después de disfrutar del cacao.
La primera pastilla
Llegarán las primeras en septiembre, y se tomarán como prevención contra los cálculos renales. “Un 15% de estos cálculos se produce como consecuencia de la cristalización del ácido úrico. Buscamos una molécula que se introdujera en el núcleo incipiente del cristal en formación y nos dimos cuenta de que la teobromina del cacao frena al ácido úrico”, explica el doctor Fèlix Grases, catedrático de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y director del Laboratorio de Investigación en Litiasis Renal.
Según sostiene Grases, si tomamos 20 gramos de chocolate negro al día –lo que equivale a 200 miligramos de teobromina–, evitaremos la formación de ácido úrico. El laboratorio Devicare ha adquirido en exclusiva la licencia de explotación de este descubrimiento, y de cara a septiembre de 2016 prepara su lanzamiento como un complemento alimenticio que ayudará a evitar la cristalización del ácido úrico en el riñón. “La teobromina tiene otras propiedades interesantes que estamos estudiando, pero por ahora no puedo desvelar nada más”, comenta Fèlix Grases.
“Los alimentos no curan, pero sí pueden prevenir. Cuando como chocolate, lo saboreo durante mucho rato y luego me lavo los dientes. ¡Qué nadie me quite el sabor del cacao!”, exclama María Izquierdo, profesora de Nutrición y Bromatología de la Universitat de Barcelona. Según sostiene, el estudio del cacao puro está abriendo una vía de investigación interesante para utilizarlo como arma contra la diabetes. “Hoy ya sabemos que el chocolate ayuda a regular la presencia de azúcar en la sangre”. En los cultivos de células del páncreas, se ha visto que los flavonoides del cacao son capaces de reducir la oxidación al tiempo que aumentan la producción de insulina. Y también se consigue que en las células del hígado aumente la sensibilidad a la insulina.
Contra alérgenos y tumores
Pero el cacao podría aportar aún más beneficios, tal y como explicaron en el Congreso del Chocolate. Los investigadores empiezan a considerar su papel para prevenir alergias provocadas por el polen, los ácaros del polvo o bien las proteínas de determinados alimentos, como huevos, frutas y marisco.
Y no menos importante resulta la presencia del cacao en el intestino. Según señalaron, se han hecho estudios experimentales que demuestran que la fibra de cacao incrementa la presencia de microbios saludables, como las bifidobacterias y los lactobacilos, capaces de regular bien el funcionamiento del intestino y de evitar posibles mutaciones tumorales en el colon. Por ese motivo, muchos médicos de todo el mundo se refieren al chocolate como el “superalimento”.
Claro está que queda mucho por analizar, porque el cuerpo humano es complejo y cada persona tiene una cantidad distinta de microorganismos en su aparato intestinal. La investigación en torno a este tema sigue abierta y no se descartan más descubrimientos reveladores.
Y además de todo esto, nos queda el disfrute indiscutible de los placeres del chocolate. Lo mejor, dicen, chocolate caliente en taza de color crema o naranja. Sabe mejor y desprende un aroma más seductor. Así al menos lo consideran Betina Piqueras-Fiszman, investigadora de la Universitat Politècnica de València y Charles Spence, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), tras un estudio conjunto llevado a cabo con chocolate líquido servido en vasos de diferentes colores: blanco, crema, naranja con interior blanco y rojo.
Su recomendación: chocolate puro, caliente y en taza naranja. No parece mala medicina.