Felix G. Sulman, investigador de meteoropatías de la Universidad Hebrea de Jerusalén, halló en un grupo de voluntarios sometidos a vientos secos y cálidos que se había incrementado la producción de serotonina hasta en un 1.000%. Aunque el exceso de iones positivos de estas corrientes afecta a todos, solo la cuarta parte de la población presenta una sensibilidad extraordinaria. Esta diferencia permitió a Sulman determinar cinco grados de meteorosensibilidad. Y son los siguientes:

Serotonínico

Su respuesta al estrés ambiental se basa en la producción de serotonina. Esta se puede detectar realizando un análisis de orina.

Vagotónico

Se caracterizan por la propensión a una intensa reacción del nervio vago. Son particularmente sensibles a las alteraciones del tiempo.

Equilibrado

Aquellas personas cuyos niveles hormonales se mantienen estables frente a las situaciones de estrés de origen meteorológico.

 

Tiroideo

Reaccionan con hiperactividad tiroidea a los frentes fríos y cálidos, y muestran una tolerancia muy baja a las temperaturas extremas.

Simpaticotónico

Marcada reacción del nervio simpático. Secreción extraordinaria de noradrenalina y adrenalina frente a las variaciones bruscas.