Cuando la caza furtiva deja huérfano a un bebé elefante, sus probabilidades de supervivencia son prácticamente nulas. A menos que vaya a parar al centro de la Fundación David Sheldrick en Nairobi (Kenia). Allí llevan más de 50 años ofreciéndoles una alternativa a los dos años de lactancia materna y la protección de la cría en grupo características de estos animales.
Desde entonces, más de 80 ejemplares han conseguido alcanzar la edad adulta y volver a integrarse en el entorno natural. En el programa de cría, dirigido por la doctora Daphne Sheldrick, los elefantes están permanentemente acompañados por varios cuidadores, que incluso duermen acurrucados junto a ellos en los establos. Así se acostumbran a la vida en grupo y podrán integrarse en uno cuando regresen a la vida en libertad en el Parque Nacional Tsavo, situado al sur del país.
El contacto físico con los animales se fomenta para proporcionarles estabilidad emocional.
El proyecto propicia que el huérfano entre en contacto con otros elefantes, para que aprenda de ellos.
La doctora Sheldrick tardó 28 años en imitar la leche de las elefantas, cuyo contenido en grasa y proteínas va variando a lo largo de toda la lactancia.
En un parque nacional, los elefantes tienen derecho de paso. Es algo que conviene recordar, tanto por no molestarlos como por el bienestar de los visitantes, ya que, irritados, resultan peligrosos.
Al año, los bebés se trasladan al Parque Tsavo. Allí, la readaptación a la libertad dura entre 8 y 10 años.
Estos animales ya han perdido una madre. Para evitar que vuelvan a encariñarse demasiado con un solo cuidador, y para darles la sensación de manada que tendrían en la naturaleza, en este proyecto se fomenta la crianza en grupo y la vinculación emocional con varias personas. Algunos adultos, ya en libertad, regresan “de visita” al centro.