En 1869, solo se conocían 63 elementos de la tabla periódica. Así que el borrador que presentó el químico Dimitri Mendeleiev ese año no tiene nada que ver con los 118 elementos con los que cuenta en la actualidad. Como estudiante en la Universidad de Heidelberg en Alemania y más tarde como profesor en la Universidad de San Petersburgo, Mendeleiev se dio cuenta de que agrupando a los elementos de la tabla según sus pesos atómicos, se repetía una misma función periódica.
Escribió los nombres, las masas y las propiedades de cada elemento conocido en un conjunto de tarjetas, la cuales fue ordenando sobre la mesa como si estuviera jugando un solitario. Así lo confirma el historiador científico Mike Sutton quien asegura que el químico las fue arrastrando una a uno hasta encontrar un sentido. Al parecer, su momento de iluminación llegó entre sueños y cuando despertó ya supo cuál sería exactamente la manera de ordenar el barullo de tarjetas que tenía. Las dispuso en columnas verticales por orden creciente de sus números atómicos, estando el inferior en primera posición y el de mayor en última. Todos ellos pertenecían a la misma familia.
Algo que ahora es una guía de estudio para todo aquel que estudia química, en su momento fue todo un descubrimiento. Para que os hagáis una idea de lo confiado que estaba en su sistema periódico que llego a dejar huecos en espacios para elementos que ni siquiera habían sido identificados aún, porque Mendeleiev estaba seguro de que algún día surgirían. De hecho, fue capaz de predecir correctamente 3 de ellos (galio, escandio y germanio), los cuales fueron descubiertos en los siguientes 3 años. Esto hizo que su tabla periódica afianzara su reputación.
Desde la familia QUO, le damos un buen tirón de orejas.
Alberto Pascual García