Cada día, unas 100 toneladas de polvo y partículas del tamaño de un grano de arena, golpean la Tierra. Pero una vez por año, un asteroide, del tamaño de un coche, se estrella contra nuestro planeta. En 2013, uno de ellos explotó a unos 30 kilómetros de altura sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk. La energía liberado fue de unos 500 kilotones, treinta veces más que la de la bomba nuclear de Hiroshima.
Para evitar impactos similares, sobre todo en zonas densamente pobladas, un equipo liderado por Amy Mainzer, han recurrido a una sencilla pero ingeniosa forma para detectar estos pequeños objetos cercanos a la Tierra (NEO por sus siglas en inglés). El sistema se presentará en un artículo en la reunión de abril de la American Physical Society. El nuevo método de reconocimiento ayudará en los esfuerzos para prevenir futuros impactos en la Tierra.
«Si detectamos un objeto apenas unos días antes del impacto – explica Mainzer –, nuestras opciones se limitan enormemente, por lo que nos hemos centrado en encontrar los NEOs cuando están más lejos de la Tierra, lo que nos da un mayor tiempo de reacción. Los NEO son intrínsecamente débiles porque en su mayoría son realmente pequeños y están muy lejos de nosotros en el espacio, el problema es que algunos de ellos son tan oscuros como la tinta y tratar de detectarlos contra el negro del espacio es muy complicado”.
La nueva técnica implica, en lugar de usar la luz visible para detectar los NEOs, recurrir a una de sus características: el calor. Los asteroides y los cometas elevan su temperatura debido al sol y, por lo tanto, brillan intensamente en las longitudes de onda térmica (infrarrojo), lo que hace que sean más fáciles de detectar con telescopios como el NEOWISE.
“Con la misión NEOWISE – añade Mainzer – podemos detectar objetos independientemente del color de su superficie y usarlos para medir sus tamaños y otras propiedades de la superficie”.
Conocer las propiedades de la superficie de los NEOs proporciona a los expertos una idea de su tamaño y composición, ambos detalles críticos a la hora de elaborar una estrategia defensiva. Una posibilidad es «empujar» un asteroide para desviarlo de su trayectoria, perro para calcular la energía necesaria es imprescindible saber cuan grande es y de qué está hecho. Este conocimiento también ayudará a comprender cómo se formó el sistema solar.
«Estos objetos son intrínsecamente interesantes porque se cree que algunos son tan antiguos como el material original que conformó el sistema solar – concluye Mainzer – y uno de los hallazgos que hemos encontrado es que los NEOs tienen una composición muy diversa”.
Juan Scaliter