Los grandes estadistas ya no se mueven en limusinas, unos vehículos ligados al pastoreo. Los políticos y los ejecutivos ahora prefieren vehículos MPV (Multi Purpose Vehicle) como el Mercedes-Benz Clase V. 

Las limusinas no son lo que eran. De utilizarse por gente con alto poder adquisitivo y a veces extravagante, han pasado a ser vehículos para bodas, despedidas de soltero y juergas diversas. Los grandes estadistas y empresarios han dejado de utilizarlas en sus desplazamientos y con su rechazo abrieron un nicho de mercado que Mercedes-Benz en 2014 supo aprovechar. Fue en ese momento cuando lanzó el Mercedes-Benz Clase V, una van de lujo basada en su furgoneta Viano.

El concepto enseguida triunfó y se convirtió en el medio de transporte elegido por grandes personalidades, eso sí, siempre con los cristales traseros oscurecidos para ocultar la identidad de sus pasajeros 😉.

Mercedes-Benz_Clase_V

Ahora, la van de Mercedes se actualiza. Ha mejorado la conectividad y la digitalización, la parrilla es mayor y el parachoques más estilizado. Y, como es habitual últimamente en el mercado del automóvil, presume de muchos efectos especiales lumínicos tipo LED, como las luces en la zaga, la que rodea la parrilla y los faros adaptativos Multibeam con asistente de luz de carretera. ¿Qué es esto?

Los van han sustituido a las limusinas como forma de viajar porque son más discretas y mécanicamente muy avanzadas.

Cortas y largas, cosa del pasado

Hay un antes y un después del sistema Multibeam. Adiós a las luces largas y cortas. Lo que propone Mercedes-Benz pasa por una cámara integrada en el parabrisas que suministra información para que cuatro unidades de control calculen hasta 100 veces por segundo la iluminación más adecuada para cada momento y circunstancia. Cuando el sistema detecta un coche que se aproxima, se amortigua parcialmente la zona que puede deslumbrar al otro conductor y se sigue iluminando con luz de carretera el resto de la calzada.

Mercedes-Benz_Clase_V

Los ricos prefieren discreción

Nada de esto tenían esas grandes limusinas en las que viajaban las rutilantes estrellas del rock o los actores y actrices de relumbrón. Aquellos vehículos transmitían otra cosa, eran ostentosidad en estado puro, un ejercicio de exhibicionismo del que hoy huyen las grandes fortunas. Pero no siempre fue así. Hubo un momento a comienzos del siglo XIX en el que la clase adinerada quería evidenciar su mayor estatus. Y lo hizo dotando de lujo a los coches de caballo de la época y contratando conductores para guiarlos. Surgieron así los primeros chóferes de la historia. Entre los requisitos para ejercer la profesión estaba que debían ser cultos, serviciales y discretos. Nada se hablaba de su habilidad a los mandos del carruaje, pero sí de la vestimenta que debían llevar, una prenda con capucha similar a la que utilizaban los pastores de Lemosin, una región en el centro de Francia. Surgió así el nombre de limusinas y toda la historia que desembocó después.

Esto no es lo que era

Cuando empezaron a motorizarse, la industria del automóvil no contaba con los desarrollos ingenieriles actuales. Cortaban por lo sano, es decir, cogían un sedán, partían el chasis a la mitad y, mediante una serie de soportes, lo alargaban hasta la longitud deseada. Ahora las cosas son diferentes afortunadamente para los conductores, su seguridad… y el medio ambiente. De hecho, la Clase V de Mercedes ha anunciado que a partir de 2026 contará con una nueva plataforma, la VAN.EA sobre la que se construirán las versiones eléctricas del modelo. Seguirá habiendo versiones con motor de combustión, sin duda, pero esta nueva estructura abrirá las puertas a una nueva forma de viajar en la que la sostenibilidad será otra forma de lujo.