Meses de lluvias intensas seguidas de medio año de sequía: en el sureste de Asia, el monzón, con sus precipitaciones y direcciones de viento que cambian estacionalmente, siempre ha influido fuertemente en la vida de las personas. Es un condicionante para la agricultura y, por lo tanto, para el suministro de alimentos de miles de millones de personas. Al mismo tiempo, las inundaciones y deslizamientos de tierra en áreas densamente pobladas pueden ser catastróficas.
Pero, ¿cómo funciona exactamente este importante sistema climático? ¿Y cómo cambiará en respuesta al calentamiento global futuro?
“Incluso los mejores modelos de la relación océano-atmósfera aún tienen problemas para simular la precipitación del monzón del sur de Asia – explica Daniel Gebregiorgis, principal autor del estudio publicado en Nature Communications – . La idea imperante es que la variabilidad del monzón en los últimos periodos geológicos está impulsada por cambios en la incidencia solar en el hemisferio norte causados por la inclinación regularmente cambiante del eje de la Tierra”.
El equipo de Gebregiorgis investigó archivos climáticos de la historia del monzón del sur de Asia, que apuntan a conexiones y conductores de monzones en el hemisferio sur que previamente han recibido poca atención.
En su forma más simple, el monzón es impulsado por las diferencias de presión y temperatura entre el continente asiático y el Océano Índico subtropical del sur. Hasta ahora, la reconstrucción más larga de la historia del monzón se basa principalmente en dos archivos climáticos: núcleos de sedimentos del mar Arábigo y estalagmitas de cuevas en China.
“El primero – añade Gebregiorgis en un comunicado –, solo proporciona información sobre las condiciones del viento y no sobre la precipitación en el subcontinente indio, mientras que el último refleja la precipitación del Monzón de Asia Oriental. Y ambos responden de manera distinta a los cambios en la incidencia solar”.
Ahora por primera vez se han evaluado los núcleos de sedimentos del Océano Índico oriental que se habían obtenido como parte del Programa Internacional para el Descubrimiento de los Océanos. El análisis químico de las conchas de plancton que se asientan y se conservan en el fondo marino, permite la reconstrucción de la temperatura y la cantidad de agua dulce en la superficie del mar durante la vida de los organismos.
Estos datos han permitido reconstruir las precipitaciones sobre el Océano Índico oriental durante el último millón de años.
El nuevo registro muestra que las lluvias del monzón en esta zona del planeta fue más débil durante las épocas de hielo más altas y más fuerte durante los períodos cálidos interglaciales, como en el que nos encontramos.
“Sin embargo, solo pudimos asociar el 30% de la variabilidad de la precipitación del monzón con las fluctuaciones en la inclinación del eje de la Tierra. Esto significa que desempeña un papel secundario en las fluctuaciones del monzón – concluye Gebregiorgis –. En cambio, los resultados señalaron conexiones importantes con las fases de calentamiento en el hemisferio sur y el transporte de humedad a través del ecuador hacia el norte. Este proceso apenas se había considerado hasta ahora. La evaluación de los archivos climáticos muestra que todavía no hemos entendido completamente el monzón. Mientras no sea así, es difícil estimar las reacciones de este importante sistema climático a una atmósfera que se calienta globalmente”.
Juan Scaliter