En QUO ya nos preguntamos una vez si nuestras mascotas podían llegar a quemarse si tomaban demasiado sol y descubrimos que algunos animales eran capaces incluso de crear su propio protector solar. Ahora vamos más allá: ¿podría llegar mi perro a coger algo de color, en caso de tomar el sol de forma adecuada? Loca pregunta, pero que muchos de nuestros lectores se han hecho alguna vez. La respuesta es sí, pero será difícil de ver. Os contamos por qué.
La piel de las mascotas tiene una estructura muy similar a la nuestra. Existen células que son sensitivas a la luz, se llaman melanocitos y producen melanina (un tipo de pigmento negro), en un proceso que se denomina melanogénesis. Esta producción de pigmentos tiene lugar en la capa basal, el estrato más profundo de la epidermis, y según sean los niveles de esta, se producirá un mayor o menor oscurecimiento de la piel. Su función es proteger, actuar como filtro para evitar daños en capas más profundas y delicadas por la penetración de rayos ultravioleta. Es la melanina la causante de los diferentes colores en las razas.
Si nuestra piel se expone a la radiación UV-B de la luz solar, esto activa a los melanocitos, los cuales incrementarán la producción de melanina en la piel. La acumulación de miles de minipuntitos morenos en la piel es lo que provoca esa sensación de que la piel adquiere un color bronceado. Obviamente, la piel que no esté expuesta no adquiere ese color, y por ello, podemos ver diferentes tipos de líneas que provocan las marcas que evidencian que hemos tomado el sol: marca de las gafas, del reloj, incluso de la barba (si uno se afeita después de haber ido a la playa).
Nuestros animales, por tanto, al tener un bloqueador natural como es el pelo, protegen su piel de los rayos solares. Por lo tanto, a pesar de que estén expuestos al sol, su pelaje les protege de quemarse y el único lugar donde veremos cierto cambio de color será en la zona de la tripa. Por ello, es recomendable que si nuestros perros, por ejemplo, disfrutan tirados al sol sobre su espalda, que les echemos crema solar en la tripa, y en otras zonas sensibles como las orejas o la zona de la nariz.
Así que si un día vais preocupados al veterinario porque vuestro perro tiene una extraña línea blanca en la tripa, comprobad primero que no sea del arnés con el que ha salido atado a correr bajo el sol.
Fuente: Independent
Alberto Pascual García