Hasta a ocho kilómetros. Es una manera de comunicarse con otros miembros de sus manadas, que pueden llegar a estar formadas por unos 40 individuos. También es una forma de que otros leones sepan que el territorio está ocupado y da una idea del tamaño del espacio que llegan a controlar estos felinos, que son los segundos más grandes después de los tigres.
Los leones comienzan a emitir su rugido cuando tienen alrededor de un año y lo perfilan por imitación de los adultos. Pero no consiguen que esta poderosa seña de identidad empiece a sonar como un ruido sobrecogedor hasta que no cumplen los dos años. El secreto de la fuerza del rugido del león está en la forma de sus cuerdas vocales: en otras especies tienen forma triangular, pero en los leones son aplanadas y cuadradas.
Esa configuración permite que el tejido se mueva con más facilidad cuando pasa
el aire y que el rugido sea muy estridente con una presión baja en los pulmones.
Redacción QUO