Eso es lo que han puesto en práctica los investigadores Yngve Kristoffersen y John Hall.
Para investigar el posible impacto de un meteorito en el fondo marino del Ártico, han tuneado un aerodeslizador con diversos instrumentos científicos y paneles solares.
Esta nave se desplaza expulsando un chorro de aire que crea un “colchón” bajo ella. Por eso, puede acceder a zonas en las que la capa de hielo es muy fina.
Los científicos llevarán a cabo varias mediciones para comprobar si un cuerpo extraterrestre pudo causar una zona irregular de sedimentos marinos que Hall descubrió en los años 60.
Pilar Gil Villar