Se cumplen dos siglos de un suceso singular. El 8 de julio de 1811, unos agricultores de la localidad de Berlanga de Roa, en Burgos escuchaorn un rudio similar a un cañonazo. Algo no muy extraño en aquella época, ya que nuestro país se encontraba invadido por los ejércitos de Bonaparte. Pero lo que ellos creyeron que era un obús, resultó ser nada menos que un meteorito.

Los labriegos recogieron aquel pedazo de cuerpo celeste (en realidad una piedra de color grisaceo), pero no la tuvieron en su poder durante mucho tiempo. Cuando José Bonaparte, el hermano de Napoleón se enteró del suceso envió a sus hombres a recoger la piedra caída de los cielos.

El Meteorito de Berlanguillas, porque así fue bautizaddo, fue enviado al Museo de Historia Natural de París, donde se conserva actualmente el mayor pedazo del resto. Y otro trozo fue donado al observatorio del vaticano, que lo sigue teniendo en su colección.

Vicente Fernández López